Agradecimientos
Prólogo de Alberto Athié Gallo: "Es necesario revisar el significado de la autoridad eclesiástica en relación a los delitos que pueden cometer en materia de derechos humanos"
0. Introducción: Demasiados casos, excesiva frecuencia y desmedida impunidad
1. Radiografía del comportamiento sexual del clero católico
--- La actividad sexual del clero católico en cifras
2. Pederastas y abusadores sexuales de menores
--- La dimensión de las agresiones sexuales a menores en la Iglesia católica
--- La gran mayoría de los sacerdotes que abusan sexualmente de menores no son pedófilos
--- ¿Existe relación entre celibato, homosexualidad y pedofilia?
3. El corazón del problema: el Vaticano y el Código de Derecho Canónico obligan a proteger, encubrir y perdonar los delitos sexuales del clero
4. El encubrimiento de los abusos sexuales a menores como práctica cotidiana en las diócesis católicas
--- Caso 1 (Chile). Tomás González, el obispo que presumía más cualidades en los curas pedófilos que en sus víctimas
--- Caso 2 (Estados Unidos). El cardenal Bernard Law, un campeón entre los prelados encubridores de sacerdotes pedófilos
--- Caso 3 (España). El cardenal Ricard M. Carles Gordo y otros obispos notables encubrieron una red clerical de corrupción de menores y protegieron a sus protagonistas
--- Caso 4 (Francia). Pierre Pican, el primer prelado condenado por encubrir los delitos sexuales de uno de sus sacerdotes
--- Caso 5 (Irlanda). Brendan Comiskey, el obispo que dimitió por haber sido "poco diligente" ante un cura pedófilo
5. El Vaticano encubre activamente los abusos sexuales de su clero más preciado
--- Caso 6 (Austria). Los delitos sexuales del cardenal Hans Hermann Gröer, un protegido de Juan Pablo II que gozó del apoyo y encubrimiento del Vaticano
--- Caso 7 (México). El Vaticano protege a Marcial Maciel, fundador de los Legionarios de Cristo y centro de diversas denuncias por abusar sexualmente de menores
--- Caso 8 (Polonia). Julius Paetz, un arzobispo sexualmente voraz que el Papa no pudo salvar
--- Caso 9 (Argentina). Edgardo Storni, el arzobispo que ponía a Dios como avalador de la bondad de sus abusos sexuales
6. La política del avestruz: trasladar de parroquia al sacerdote delincuente sexual y protegerle a fin de "evitar el escándalo"
7. El decálogo básico, común y universal de los prelados para encubrir al clero delincuente sexual
--- Cuando los padres también son responsables del encubrimiento de las agresiones sexuales del clero a sus propios hijos
8. Los casos de abusos que "no existían" comienzan a aflorar por todo el continente americano y europeo
--- La sociedad norteamericana enfrenta un secreto a voces
--- En Estados Unidos no hay más casos de abusos, sino una Justicia más eficaz y eficiente
--- Un ligero repaso a la situación de los abusos sexuales del clero en Latinoamérica y Europa
9. La cumbre de los cardenales norteamericanos en el Vaticano: mucho ruido y pocas nueces
--- La cumbre de los prelados en Estados Unidos: un intento para controlar la pedofilia que se opone a la política vaticana de encubrimiento
10. Los protagonistas que la Iglesia deja sin voz: las víctimas de los delitos sexuales del clero
--- Sentimientos y problemas de los menores víctimas de abusos sexuales del clero
--- Recomendaciones para detectar y protegerse de los sacerdotes que abusan sexualmente de los menores
Anexos documentales:
Anexo 1: Carta en forma de motu proprio: Sacramentorum Sanctitatis Tutela ("La Tutela de la Santidad de los Sacramentos", Juan Pablo II, Vaticano, 30 de abril de 2001)
Anexo 2: Estatutos para la protección de niños y jóvenes (Conferencia de Obispos Católicos de Estados Unidos, Dallas, 17 de junio de 2002)
Bibliografía
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domingo, 29 de enero de 2012
Pederastas y Pedofilos
En la ciudad de Coalinga, en California, se encuentra el Hospital Psiquiátrico que alberga a más de 500 criminales, todos ellos encarcelados por delitos de pederastia. La mayoría han cumplido ya largas condenas en prisión, aunque no han sido considerados aptos para la reinserción y para llevar una vida en libertad. Por ello están ingresados en este centro psiquiátrico por tiempo indefinido. En sus manos está que su estancia allí sea temporal o definitiva. Todo depende de que se sometan a un programa de rehabilitación dirigida por psicólogos del hospital y salgan de la terapia con resultados satisfactorios y garantizados. El conocido periodista de la BBC Louis Theroux traspasa las puertas de este centro psiquiátrico para comprobar que no todos los internos están dispuestos a pasar por este trámite, a pesar de que de ello depende su posible vida en libertad y su reinserción social. Conoceremos casos de hombres que han decidido sumarse voluntariamente a este tratamiento con las esperanzas de poder demostrar que no son un peligro para la sociedad y otros que se niegan a someterse a estos tratamientos. No se pierdan este interesante documental que Odisea les presenta, lleno de escalofriantes y duros testimonios sobre un tema tan controvertido y difícil como la pedofilia.
Etiquetas: Crimen, Louis Theroux, pederastas, Pedofilia
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Pederastas y Violadores
Pederastas y violadores
17 febrero, 2010 por Siesp...
En Ciencia, todos los eslabones de la cadena de razonamiento que conduzcan a una tesis han de ser correctos. En cuanto un solo eslabón falla, queda destrozada cualquier conclusión. No sucede lo mismo en la secta católica. En ésta vale todo menos razonar; hay que tener fe para no conocer la verdad.
Me consta que dios no existe, pero yo soy ateo y podría estar equivocado. Sin embargo, muchos Papas oficiales de Roma, conscientes de que dios ni existe ni está ni se le espera, se dedicaron a lo peor de la vida mundana, cosa que un buen ateo jamás haría. Es por eso que resulta casi inconcebible que haya gente apoyando la jerarquía que mantiene el invento de un dios. La excusa es que la Iglesia es perfecta mientras que sus componentes son imperfectos. Menuda falacia. La iglesia es el resultado del montaje de gente como esta:
Lista de Papas violadores: San Sixto III (432-440); San Sergio I (687-701); Juan XI (931-935); Juan XII (955-964); Benedicto V (964); Benedicto VIII (1012-1024); Benedicto IX (1032-1034, 1045. 1047-1048); Alejandro VI (1492-1503) y León X (1513-1531).
Lista de Papas pederastas: San Dámaso (366-384); San Simmaco (498-514); Bonifacio III (607); Conon (686-687); Bonifacio VI (896) Sergio III (904-911); Juan XII (955-964); Juan XIII (965-972); Benedicto VIII (1012-1024); Inocencio IV (1243-1254); Bonifacio VIII (1294-1303); Benedicto XII (1334-1342); Sixto IV (1471-1484); Alejandro VI (1492-1503); Julio II (1503-1513); León X (1513-1521); Julio III (1550-1555).
Hay más papas delincuentes y degenerados, muchos de ellos comunes en toda clase de listas de delitos y tropelías, pero ya hablaré de ellos. Incluso, para quienes sostienen que esa degeneración se producía en tiempos pasados, me reservo para después la gran noticia que significa conocer el porqué la secta católica ha ocultado tantos casos de pederastia en la era actual. El que no esté preparado, puede que se lleve una decepción; a los que nos queda algo de moral, los ateos, no nos sorprenderá. De momento recomiendo el último libro de Eric Frattini, Los Papas y el Sexo.
17 febrero, 2010 por Siesp...
En Ciencia, todos los eslabones de la cadena de razonamiento que conduzcan a una tesis han de ser correctos. En cuanto un solo eslabón falla, queda destrozada cualquier conclusión. No sucede lo mismo en la secta católica. En ésta vale todo menos razonar; hay que tener fe para no conocer la verdad.
Me consta que dios no existe, pero yo soy ateo y podría estar equivocado. Sin embargo, muchos Papas oficiales de Roma, conscientes de que dios ni existe ni está ni se le espera, se dedicaron a lo peor de la vida mundana, cosa que un buen ateo jamás haría. Es por eso que resulta casi inconcebible que haya gente apoyando la jerarquía que mantiene el invento de un dios. La excusa es que la Iglesia es perfecta mientras que sus componentes son imperfectos. Menuda falacia. La iglesia es el resultado del montaje de gente como esta:
Lista de Papas violadores: San Sixto III (432-440); San Sergio I (687-701); Juan XI (931-935); Juan XII (955-964); Benedicto V (964); Benedicto VIII (1012-1024); Benedicto IX (1032-1034, 1045. 1047-1048); Alejandro VI (1492-1503) y León X (1513-1531).
Lista de Papas pederastas: San Dámaso (366-384); San Simmaco (498-514); Bonifacio III (607); Conon (686-687); Bonifacio VI (896) Sergio III (904-911); Juan XII (955-964); Juan XIII (965-972); Benedicto VIII (1012-1024); Inocencio IV (1243-1254); Bonifacio VIII (1294-1303); Benedicto XII (1334-1342); Sixto IV (1471-1484); Alejandro VI (1492-1503); Julio II (1503-1513); León X (1513-1521); Julio III (1550-1555).
Hay más papas delincuentes y degenerados, muchos de ellos comunes en toda clase de listas de delitos y tropelías, pero ya hablaré de ellos. Incluso, para quienes sostienen que esa degeneración se producía en tiempos pasados, me reservo para después la gran noticia que significa conocer el porqué la secta católica ha ocultado tantos casos de pederastia en la era actual. El que no esté preparado, puede que se lleve una decepción; a los que nos queda algo de moral, los ateos, no nos sorprenderá. De momento recomiendo el último libro de Eric Frattini, Los Papas y el Sexo.
La Mente Muy Criminal
En la mente criminal
LUIS MIGUEL ARIZA 29/01/2012
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Fríos hasta un grado inhumano, egocéntricos, sin empatía ni miedo al castigo. Así son los psicópatas. En los escáneres de sus cerebros, dos zonas aparecen intrigantemente 'apagadas'. Hablamos con dos investigadores obsesionados con lo que sucede en las neuronas de quienes guardan entre ceja y ceja un cóctel explosivo de violencia.
Durante más de trece años, el neuroanatomista James Fallon ha escudriñado los escáneres cerebrales de psicópatas y asesinos en serie para encontrar en qué difieren sus estructuras cerebrales de las nuestras. El azar ha querido que Fallon se topara con un hallazgo que ni él mismo podría sospechar en un millón de años: su propio cerebro posee todas las cualidades que se esperan de una mente criminal.
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En sus cerebros, Fallon vislumbró un patrón, halló dos áreas alteradas: la que se encarga de la moral y toma de decisiones, y la que procesa las emociones
Entre sociópatas y psicópatas, el profesor Garrido pone el énfasis en el ambiente, que puede ser el gatillo que acciona un mecanismo que no tiene marcha atrás
Fallon no es un neurocientífico del montón. Simpático, extravertido, parece un volcán de ideas cuando habla con entusiasmo de su trabajo. Ha aparecido, representándose a sí mismo, en series de televisión como Mentes criminales, y no esperaba convertirse en una estrella mediática. Como investigador de la prestigiosa Universidad de California en Irvine ha logrado hitos significativos en la investigación del cerebro humano, desentrañando los circuitos cerebrales para la dopamina y las endorfinas -las moléculas que nos causan placer-, o los genes que hay detrás de enfermedades como el alzhéimer y el párkinson.
Fallon fue el primero en caracterizar una molécula esencial para el crecimiento de las neuronas. Formó parte del equipo de expertos que asombró al mundo al demostrar que el mismo cerebro fabrica neuronas nuevas tras el nacimiento -a partir de las células madre adultas- haciendo trizas el dogma sagrado según el cual nacíamos con todas las neuronas contadas.
Su vuelco hacia la investigación de las mentes criminales ocurrió por casualidad. "Conozco todas las partes del cerebro", relata a El País Semanal, "mis colegas y psiquiatras en neurología suelen consultarme para que eche un vistazo a los escáneres cerebrales". A principios de los noventa, los expertos de Irvine probaban entusiasmados el nuevo escáner de emisión de positrones (TEP), que iluminaba las zonas del cerebro cuando se piensa, se reacciona ante una imagen o un sonido. Fallon atravesaba tranquilamente el campus de su universidad cuando se topó con un equipo SWAT (unidad policial de élite), que custodiaba el centro donde se encontraba la máquina prodigiosa. Al preguntar qué sucedía, los agentes le respondieron que estaban escaneando el cerebro de un asesino en serie. "En eso estaban mis colegas. Se trataba realmente de tipos muy malos". A Fallon le pidieron ayuda: un vistazo de una placa al año, o tres como mucho. Y aceptó. Sin saberlo, había abierto una nueva puerta para conocerse a sí mismo.
Hace ahora unos cinco años, la historia dio un giro inesperado, propio de un thriller. Uno de sus colegas le pasó a Fallon de sopetón unos setenta escáneres de asesinos. Se trataba de un material muy valioso, por las dificultades legales para su obtención, y estaba mezclado con otras tantas placas de personas que sufrían esquizofrenia y depresión. Fallon vio en ello una oportunidad única para encontrar patrones cerebrales en un experimento ciego, sin saber quién es quién.
"Lo primero que le dije es que no quería saber a quién pertenecía cada escáner. Había entre cincuenta y cien cortes por cada cerebro, así que me mantuve ocupado un buen tiempo". Analizando las partes del cerebro que estaban iluminadas o apagadas, Fallon empezó a fascinarse cuando vislumbró un patrón, borroso al principio, que se asociaría de forma implacable con los criminales. Encontró dos zonas singularmente apagadas: la corteza cerebral encima de los ojos, que se encarga de la ética, la moral y la toma de decisiones -lo que se conoce por el córtex orbitofrontal-, y la amígdala, debajo de la corteza, que procesa las emociones, la agresión y la violencia. Los escáneres reflejaban un nuevo retrato robot de tipos que cometían violaciones o asesinatos en serie, personas que tenían dificultades para emocionarse o dejarse impresionar por el sufrimiento ajeno, sin remordimientos. Carecían del freno que impone el lóbulo prefrontal a la hora de controlar los impulsos y decidir si una acción es moral o éticamente aceptable. En todos ellos, los circuitos que conectan los sistemas límbicos -el cerebro emocional del mamífero- con el centro racional del control de decisiones estaban dañados o desconectados.
Fallon empezó a despuntar en el campo de la criminología cerebral, impartiendo conferencias en todo el mundo a partir de estos resultados. Las placas perfilaban una mente psicopática. Sugerían que los cerebros de estos criminales funcionaban de una manera singularmente distinta a los del resto. Al mismo tiempo, estaba involucrado en un ensayo clínico muy ambicioso sobre el mal de alzhéimer. Fallon analizaba placas TEP y de resonancia magnética funcional provenientes de personas sanas con antecedentes familiares, y añadía al conjunto los análisis genéticos en busca de posibles marcadores. El alzhéimer no tiene cura, pero podría anticiparse antes de que aparezcan los síntomas. "El padre de mi mujer acababa de morir de alzhéimer, así que le dije: como parecéis gente normal, podemos meter vuestros escáneres en el estudio. Cuando vinieron los resultados de mi familia, chequeé la pila de escáneres que tenía sobre la mesa y me quedé bastante aliviado, ya que todo el mundo parecía normal. Fui hasta el fondo de la pila y me topé con un escáner que se parecía mucho a los escáneres de los asesinos, que estaban en una pila contigua. Pensé que se habían mezclado por accidente. Pero cuando comprobé el código, descubrí que era el mío. ¿Puedes imaginártelo?".
Fallon es, hasta la fecha, el único neurocientífico del mundo que tiene la certeza de que su cerebro se parece al de un asesino en serie. Es una oportunidad perfecta para observarse a sí mismo y alumbrar el misterioso mundo de la neurología criminal. Los expertos coinciden en señalar que los psicópatas exhiben una frialdad casi inhumana en su comportamiento. Son incapaces de conmoverse ante las emociones y las desdichas de los demás. Carecen de empatía y no tienen miedo al castigo al ponerse en una situación de riesgo.
"Tienen dificultades para percibir por parte de la amígdala las emociones morales, el sentido de la justicia, la piedad y la compasión", explica Vicente Garrido, profesor de la Universidad de Valencia y un experto en criminología. El psicópata imita en muchas ocasiones emociones que no siente y solo percibe como señales que ha de descifrar -finge estar apenado cuando en realidad no lo está- por culpa de este déficit. Su lóbulo prefrontal, el llamado órgano ejecutivo del cerebro, tiene otro déficit añadido: la amígdala no le avisa de los daños o el sufrimiento que se vaya a causar al tomar una decisión. "Frente a situaciones de miedo y horror, el lóbulo prefrontal del psicópata toma la decisión de mayor beneficio para el sujeto, aun cuando esas decisiones hayan sido castigadas anteriormente. Por eso se dice que los psicópatas no aprenden de la experiencia. Repiten comportamientos que otra persona ya no repetiría. Son egocéntricos y están centrados en sus metas inmediatas, que giran en torno al logro del placer y del control. Ese recuerdo del castigo, del fracaso, no es relevante, porque la amígdala no le ha permitido instalarlo dentro de sus sistema de memoria".
Garrido describe en su nuevo libro Mentes criminales (Ariel) el perfil de algunos de los psicópatas más célebres por lo terrible de sus actos. Uno de los más horribles fue Anatoli Onoprienko, apodado Terminator o El Diablo de Ucrania, quien llegó a declarar que "era como un robot con impulsos para matar. No siento nada". Desde enero hasta marzo de 1996, Onoprienko empleó hachas, cuchillos, armas de fuego y martillos para acabar con la vida de 49 personas. Elegía las casas fuera de las ciudades y entraba en ellas aniquilando a todos los miembros de la familia. Acabó con siete de ellas, incluyendo a los niños, sin mostrar ningún tipo de arrepentimiento. Incluso en una ocasión detuvo su coche y se dedicó a matar a los conductores que encontraba a su paso. Pero el psicópata va más allá de un asesinato aislado. No tiene necesariamente que matar. Puede ser alguien deleznable, que explota a los trabajadores, desleal con sus amigos, que arruina la vida emocional de la gente que le rodea. Y por supuesto, convertirse en un violador o en un asesino en serie.
Por ello, el caso de Fallon es fascinante y extraordinario. ¿Podría haberse convertido realmente en un psicópata? Uno no alberga esa impresión, al menos conversando con él a través de la pantalla del ordenador. No siempre se tiene oportunidad de charlar con un científico que estudia a psicópatas y que admite que comparte muchos de sus rasgos cerebrales. "No soy un asesino", asegura este neurocientífico. En sus charlas, parte de la audiencia suele romper en carcajadas. "Verás que hablo de forma amigable y también muy rápido. La gente dice que soy un tipo simpático. Soy el tío que cae bien a todo el mundo cuando entra en el bar".
Pero Fallon desliza unas cuantas características personales que incitan a la preocupación. Al descubrir su nueva faceta en la placa cerebral, Fallon conversó con su familia, con sus colegas psiquiatras, con sus amigos, para que le expusieran la imagen que tenían de él. "Mi mujer no está terriblemente contenta con esto", dice. Y al principio no le gustó lo que escuchó. Un buen amigo suyo le comentó que era alguien que "no tenía escrúpulos". Con el tiempo, Fallon ha aprendido a verse a sí mismo con cierta distancia, como si fuera un conejillo de Indias, el científico que se explora a sí mismo. "No hago daño a la gente, pero manipulo a las personas. Es casi un reflejo, como un juego. Y soy alguien muy competitivo. No aguanto perder. Tengo que ganar en todo".
Fallon admite que siente mucha más empatía por los extraños que por las cosas que suceden en su entorno más cercano. Repasa su infancia y el retrato que emerge es el de un chico inestable; al principio, extremadamente religioso y muy moralista, fue nombrado chico católico del año en Nueva York. Cuando iba hacia el autobús escolar desde su casa, se obsesionaba por dejar el camino despejado en un radio de veinte metros recogiendo toda la basura que encontraba. Luego, en la veintena, casi se convirtió al marxismo dentro de su familia. Su madre sufrió unos cuantos abortos antes de concebirlo, y por ello recibió una infancia llena de amor y ternura. Y está convencido de que eso le salvó. "De haber tenido una infancia desgraciada, habría sido un psicópata", asegura convencido.
Vicente Garrido distingue entre sociópatas y psicópatas. Los primeros tienen una biografía en la que han sufrido maltratos o abusos sexuales -la infancia opuesta a la de Fallon- y cuando eran niños crecieron en contextos subculturales muy violentos, como mafias y organizaciones criminales. El énfasis lo pone en el ambiente; puede ser un gatillo que acciona un mecanismo y cuando sucede no tiene vuelta atrás. Este profesor español habla de los niños de las favelas brasileñas, que en muchas ocasiones viven rodeados de drogas. No todos se transforman en delincuentes, pero a veces basta con poner una pistola en sus manos. O de los niños soldado de Sierra Leona o Uganda, raptados y sometidos a una tortura psicológica brutal. Terminan convirtiéndose en máquinas de matar.
"Se trata de una psicopatía adquirida por culpa de factores ambientales muy intensos que marcan la época más vulnerable del desarrollo del niño". Pero incluso entre esos niños soldados se ha visto que las diferencias individuales cuentan. Algunos pueden ser rehabilitados una vez rescatados de las garras de sus secuestradores. Otros ya tenían una tendencia innata hacia la violencia, por lo que su psicopatía será irreversible. ¿Cuál es la genética implicada? Un mes después de que Jim Fallon encontrara que su escáner cerebral era como el de un asesino en serie, celebró en su casa una fiesta familiar. Su madre, siciliana, tiene ahora 94 años. Le comentó con cierta malicia a Fallon durante aquella celebración que estaba dando charlas por ahí sobre cerebros psicópatas como si él creyese que pertenecía a una familia normal. Y le recomendó que contactara con su primo, que era editor de un periódico de Nueva York y que había descubierto un libro histórico que versaba sobre la familia del padre de Fallon.
Al escarbar en su genealogía, este neurocientífico se quedó estupefacto. Cuando su madre era una niña, sus compañeros solían meterse con ella asegurando que era de la Mafia por haber nacido en Sicilia. Pero el padre y los hermanos de ella eran traficantes de alcohol en Nueva York durante la Gran Depresión. Incluso su madre fue llevada en un camión cargado de dinamita hasta las montañas Catskill, en Nueva York, donde el mafioso Lucky Luciano tenía su casa.
Quizá había otros muchos que se ganaban así la vida en aquellos tiempos, pero resultó que la línea paterna de Fallon estaba salpicada de asesinos. Un antepasado suyo había matado a su madre a hachazos en 1667. "Fue el primer caso de matricidio registrado en las colonias americanas. En el libro se detallan siete asesinos más que estaban entroncados en mi familia". El último añadido a esta peculiar lista, poco esperanzadora, es una solterona, Lizzy Borden, que presumiblemente mató a su madrastra y a su padre a hachazos en el verano de 1892, en Nueva Inglaterra. Como confiesa este neurocientífico, "sabía que tenía que examinar a fondo mi genética. Toda mi familia tenía una mezcla de genes de bajo y alto riesgo. Pero el problema es que yo tengo cada uno de los alelos genéticos de mayor riesgo. Desde el llamado gen guerrero, y otros que tienen que ver con los receptores de la serotonina y transportadores de la norepirefrina. La verdad es que parece que tendría que estar en prisión".
El gen guerrero no es más que un epíteto añadido a un nombre nada exótico para una molécula, la enzima monoaminooxidasa A (en inglés, monoamine oxidase A o MAOA), cuyo quehacer en el cerebro tiene un peso importante: se le ha relacionado con el comportamiento agresivo y violento. Se trata de una proteína cuya función consiste en deshacer los neurotransmisores cerebrales como la dopamina, la serotonina y la norepirefrina. Algunas variantes del gen que segregan cantidades excesivas de la enzima tienen por consecuencia una escasez de estos neurotransmisores, lo que da lugar a depresiones y esquizofrenia. Otras versiones defectuosas de alto riesgo segregan, por el contrario, insuficientes cantidades de la enzima. La consecuencia es una tormenta de neurotransmisores en el cerebro que dispara la agresividad.
El gen MAOA se ubica en el cromosoma X. Al estar ligado al sexo, sus efectos son más patentes en los chicos, que tienen un solo cromosoma X, que en las chicas, que disponen de una pareja y, por tanto, la posibilidad de conservar en el otro cromosoma un gen sano. A principio de los años noventa, los científicos establecieron una conexión entre el comportamiento violento de un grupo de hombres de una familia holandesa y el gen MAOA. Los hombres sufrían un ligero retraso mental, pero eran muy violentos. Dos de ellos eran pirómanos; otro atropelló a un empleado pasándole el coche por encima, y otro, después de violar a su hermana, acuchilló al guardián de una institución mental con un tenedor. En todos los casos, los individuos tenían versiones defectuosas del gen de la monoaminooxidasa.
El gen guerrero ya ha dejado su huella en las decisiones judiciales, especialmente en un caso sórdido ocurrido en Estados Unidos: octubre de 2006. La policía responde a una llamada y acude rápidamente a la caravana de Bardley Waldroup, en las montañas del Estado de Tennessee. Los agentes encuentran un escenario dantesco: restos de sangre por todas partes, en las cortinas, en el suelo, en las paredes, y un machete. Una mujer, Leslie Bradshaw, con la cabeza cortada y ocho disparos a bocajarro. Leslie había pasado el fin de semana fuera con la esposa de Bardley Waldroup y los cuatro hijos de este. El hombre las esperó. Mató a Leslie, la decapitó y cortó un dedo a su mujer, tratando de acuchillarla. Ella habría muerto de no ser por la policía. Las mujeres habían encargado a un amigo que llamase a las autoridades si ellas no telefoneaban en un plazo de tiempo seguro.
El fiscal pidió para Waldroup la pena capital. Un análisis genético realizado por el equipo de William Bernet, de la Universidad de Vanderbilt, mostró que Waldroup tenía la versión defectuosa del gen MAOA. En una crónica de la radio nacional pública americana (NPR) sobre el juicio, celebrado tres años después, Bernet dijo de Waldroup que "su constitución genética, junto con el hecho de que sufrió abusos cuando era niño, le hizo más vulnerable a la hora de convertirse en alguien violento". Los hechos convencieron al jurado, y la sentencia de muerte fue conmutada por una condena de 34 años en prisión. El caso del gen guerrero desató furibundas críticas. El psicólogo Nigel Barber tachó de "ciencia basura" la argumentación genética del equipo de Vanderbilt en un artículo de la revista Psychology Today, añadiendo que a este gen se le ha relacionado con el juego de los casinos, la agresividad, la depresión, y hasta el hecho de "vivir en un tráiler y sufrir abusos sexuales".
El gen MAOA sigue generando una publicidad que sobrepasa las páginas de las revistas científicas. Kevin Beaver, de la Universidad estatal de Florida, publicó recientemente un estudio que mostraba que era más probable que los miembros de pandillas urbanas que llevan escritos en su cromosoma X las versiones de riesgo tenían una probabilidad más de cuatro veces mayor de usar un arma de fuego. Pero, como critica el escritor científico John Horgan, el 40% de los pandilleros estudiados no llevaba el gen. En un experimento parecido a un juego publicado en la revista Proceedings of the National Academy of Sciences (PNAS), los científicos comprobaron que, de un grupo de 78 individuos sanos, los que decidían castigar de la forma más agresiva a un internauta que les estaba robando dinero (sin que supieran que se trataba de un ordenador) eran porteadores del gen.
Las estadísticas siguen atizando el fuego. Otro informe publicado en la revista New Zealand Medical Journal sugiere que la forma defectuosa del gen MAOA es más frecuente en los feroces maoríes australianos (un 56%) que en los caucasianos (34%) y los hispanos (27%). El acervo genético de los africanos (59%) y los chinos (77%) sugiere que son más violentos. Con la salvedad de que se trata de trabajos que examinan a un número muy reducido de individuos.
Y estos porcentajes no se corresponden bien con las tasas registradas de homicidios anuales según los países. En 2010, Honduras y El Salvador, ambos de habla hispana, se colocaron en primer y segundo lugar (con una tasa de 78 y 66 homicidios, respectivamente, por cada 100.000 habitantes), siendo los más peligrosos del mundo. China tiene una de las tasas más bajas (1,12), y España figura en uno de los últimos lugares (0,87). Estados Unidos figura en el puesto número 34, a pesar de que probablemente la sociedad americana es la que produce más psicópatas en el mundo. Resulta imposible determinar un número siquiera aproximado de asesinos en serie que operan en Estados Unidos. Garrido señala que los criminólogos James Fox y Jack Levin han identificado 558 asesinos en serie en ese país desde 1900. Estos expertos sugieren que quizá hay ahora activos unos 150 de estos depredadores humanos, aunque el número de los que han sido identificados se ha incrementado de una manera espectacular desde los años setenta del pasado siglo.
La genética, pues, no lo explica todo. Jim Fallon admite que llevar escritos en su ADN las formas más peligrosas del gen MAOA le ha hecho recapacitar sobre la influencia real de los genes en el comportamiento humano. "Hace dos años era una especie de radical genético", confiesa. "Daba un poco de vergüenza leer mis trabajos". Fallon creía que el peso de los genes en la conducta suponía el 85%. Ahora está convencido de que, pese a tener los peores genes, eso no significa que su destino vaya a estar escrito de antemano.
"El número de psicópatas parece que es estable desde el punto de vista cultural, aparece en todas las culturas y en números muy bajos". Las costumbres sociales son un buen freno y mantienen la influencia genética a raya. Este neuroanatomista ha viajado a lugares como Marruecos, estudiando el comportamiento de las tribus nómadas, los beduinos y bereberes. Los análisis genéticos muestran que el gen MAOA aparece con la misma frecuencia que en los europeos e italianos. Pero estas tribus, asegura, han desarrollado sistemas sociales que han extirpado la cultura de los asesinatos. "Entre tribus no pueden recordar un asesinato en doscientos años, lo que es notable". Una pelea entre dos tipos suele durar algunos minutos y luego se decide en un consejo de sabios.
Fallon estima que hay unos cincuenta genes asociados a la agresión y a la violencia, y que, en muchos casos, estos genes se concentran en determinadas estructuras étnicas, como en Bosnia, Gaza o Los Ángeles, en piscinas genéticas que facilitan su trasiego a las generaciones posteriores, en lo que llama violencia transgeneracional. Fallon explica estos conceptos en los festivales de ciencia y es recibido como una estrella mediática. Colabora en el mundo del espectáculo realizando programas divulgativos sobre criminales, genética y cerebro. En uno de ellos involucró a directores de terror como Eli Roth para comprobar, mediante su análisis genético y la exploración cerebral, si el creador de cintas de tortura gore como Hostel esconde algún aspecto psicopático. Por lo visto, Roth no se parece nada a Fallon. Es un tipo muy simpático, y en sus escáneres cerebrales se iluminan las zonas de empatía.
Los antiguos rasgos físicos que los anatomistas del siglo XIX creían ver en los criminales quedaron obsoletos. "Por entonces existía un gran entusiasmo en encontrar personas que no estaban adaptadas ni evolucionadas, pero no se tenía la perspectiva de que lo que funcionaba mal era el cerebro", explica Vicente Garrido.
Los genes equivocados mezclados con un ambiente negativo producen un cóctel explosivo, pero incluso bajo los peores escenarios la biología puede salir triunfante en personas que demostraron una construcción moral intachable, capaces de resistirse a cometer atrocidades bajo regímenes de terror como el de Hitler. Garrido indica algunos estudios fascinantes realizados en soldados alemanes que se negaron a cumplir las órdenes de disparar contra judíos, gitanos y homosexuales durante la Segunda Guerra Mundial, a riesgo de verse expulsados o de perder la vida. Estas situaciones contradictorias muestran que los científicos están aún muy lejos de desentrañar los mecanismos que operan detrás del comportamiento humano.
La sociedad utópica del mundo feliz de Aldous Huxley se basaba en un férreo determinismo genético, por el que se podría controlar y dirigir la vida de una persona desde el mismo embrión. Pero en el futuro, dice Garrido, no encontraremos una píldora capaz de curar a un psicópata. En el mejor de los casos, una sociedad avanzada que ponga en marcha sistemas de detección para descubrir niños que con ocho o nueve años ya se comportan de manera cruel, y tratar su déficit emocional.
Fallon, por su parte, es consciente de que tuvo mucha suerte en su infancia. "Si te topas con un asesino en serie o un violador, ya no hay nada que puedas hacer al respecto. La gente trata de rehabilitarlos, pero la rehabilitación nunca funciona. Es un concepto romántico sostenido por algunos de que se puede dar la vuelta a este asunto". La genética del futuro podría extraer una información relevante sobre un muchacho acerca de sus posibilidades de convertirse en psicópata, pero esos datos deben quedar en privado, constata este experto. "Estoy en contra del uso de esta información, excepto si lo hace la familia".
LUIS MIGUEL ARIZA 29/01/2012
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Fríos hasta un grado inhumano, egocéntricos, sin empatía ni miedo al castigo. Así son los psicópatas. En los escáneres de sus cerebros, dos zonas aparecen intrigantemente 'apagadas'. Hablamos con dos investigadores obsesionados con lo que sucede en las neuronas de quienes guardan entre ceja y ceja un cóctel explosivo de violencia.
Durante más de trece años, el neuroanatomista James Fallon ha escudriñado los escáneres cerebrales de psicópatas y asesinos en serie para encontrar en qué difieren sus estructuras cerebrales de las nuestras. El azar ha querido que Fallon se topara con un hallazgo que ni él mismo podría sospechar en un millón de años: su propio cerebro posee todas las cualidades que se esperan de una mente criminal.
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En sus cerebros, Fallon vislumbró un patrón, halló dos áreas alteradas: la que se encarga de la moral y toma de decisiones, y la que procesa las emociones
Entre sociópatas y psicópatas, el profesor Garrido pone el énfasis en el ambiente, que puede ser el gatillo que acciona un mecanismo que no tiene marcha atrás
Fallon no es un neurocientífico del montón. Simpático, extravertido, parece un volcán de ideas cuando habla con entusiasmo de su trabajo. Ha aparecido, representándose a sí mismo, en series de televisión como Mentes criminales, y no esperaba convertirse en una estrella mediática. Como investigador de la prestigiosa Universidad de California en Irvine ha logrado hitos significativos en la investigación del cerebro humano, desentrañando los circuitos cerebrales para la dopamina y las endorfinas -las moléculas que nos causan placer-, o los genes que hay detrás de enfermedades como el alzhéimer y el párkinson.
Fallon fue el primero en caracterizar una molécula esencial para el crecimiento de las neuronas. Formó parte del equipo de expertos que asombró al mundo al demostrar que el mismo cerebro fabrica neuronas nuevas tras el nacimiento -a partir de las células madre adultas- haciendo trizas el dogma sagrado según el cual nacíamos con todas las neuronas contadas.
Su vuelco hacia la investigación de las mentes criminales ocurrió por casualidad. "Conozco todas las partes del cerebro", relata a El País Semanal, "mis colegas y psiquiatras en neurología suelen consultarme para que eche un vistazo a los escáneres cerebrales". A principios de los noventa, los expertos de Irvine probaban entusiasmados el nuevo escáner de emisión de positrones (TEP), que iluminaba las zonas del cerebro cuando se piensa, se reacciona ante una imagen o un sonido. Fallon atravesaba tranquilamente el campus de su universidad cuando se topó con un equipo SWAT (unidad policial de élite), que custodiaba el centro donde se encontraba la máquina prodigiosa. Al preguntar qué sucedía, los agentes le respondieron que estaban escaneando el cerebro de un asesino en serie. "En eso estaban mis colegas. Se trataba realmente de tipos muy malos". A Fallon le pidieron ayuda: un vistazo de una placa al año, o tres como mucho. Y aceptó. Sin saberlo, había abierto una nueva puerta para conocerse a sí mismo.
Hace ahora unos cinco años, la historia dio un giro inesperado, propio de un thriller. Uno de sus colegas le pasó a Fallon de sopetón unos setenta escáneres de asesinos. Se trataba de un material muy valioso, por las dificultades legales para su obtención, y estaba mezclado con otras tantas placas de personas que sufrían esquizofrenia y depresión. Fallon vio en ello una oportunidad única para encontrar patrones cerebrales en un experimento ciego, sin saber quién es quién.
"Lo primero que le dije es que no quería saber a quién pertenecía cada escáner. Había entre cincuenta y cien cortes por cada cerebro, así que me mantuve ocupado un buen tiempo". Analizando las partes del cerebro que estaban iluminadas o apagadas, Fallon empezó a fascinarse cuando vislumbró un patrón, borroso al principio, que se asociaría de forma implacable con los criminales. Encontró dos zonas singularmente apagadas: la corteza cerebral encima de los ojos, que se encarga de la ética, la moral y la toma de decisiones -lo que se conoce por el córtex orbitofrontal-, y la amígdala, debajo de la corteza, que procesa las emociones, la agresión y la violencia. Los escáneres reflejaban un nuevo retrato robot de tipos que cometían violaciones o asesinatos en serie, personas que tenían dificultades para emocionarse o dejarse impresionar por el sufrimiento ajeno, sin remordimientos. Carecían del freno que impone el lóbulo prefrontal a la hora de controlar los impulsos y decidir si una acción es moral o éticamente aceptable. En todos ellos, los circuitos que conectan los sistemas límbicos -el cerebro emocional del mamífero- con el centro racional del control de decisiones estaban dañados o desconectados.
Fallon empezó a despuntar en el campo de la criminología cerebral, impartiendo conferencias en todo el mundo a partir de estos resultados. Las placas perfilaban una mente psicopática. Sugerían que los cerebros de estos criminales funcionaban de una manera singularmente distinta a los del resto. Al mismo tiempo, estaba involucrado en un ensayo clínico muy ambicioso sobre el mal de alzhéimer. Fallon analizaba placas TEP y de resonancia magnética funcional provenientes de personas sanas con antecedentes familiares, y añadía al conjunto los análisis genéticos en busca de posibles marcadores. El alzhéimer no tiene cura, pero podría anticiparse antes de que aparezcan los síntomas. "El padre de mi mujer acababa de morir de alzhéimer, así que le dije: como parecéis gente normal, podemos meter vuestros escáneres en el estudio. Cuando vinieron los resultados de mi familia, chequeé la pila de escáneres que tenía sobre la mesa y me quedé bastante aliviado, ya que todo el mundo parecía normal. Fui hasta el fondo de la pila y me topé con un escáner que se parecía mucho a los escáneres de los asesinos, que estaban en una pila contigua. Pensé que se habían mezclado por accidente. Pero cuando comprobé el código, descubrí que era el mío. ¿Puedes imaginártelo?".
Fallon es, hasta la fecha, el único neurocientífico del mundo que tiene la certeza de que su cerebro se parece al de un asesino en serie. Es una oportunidad perfecta para observarse a sí mismo y alumbrar el misterioso mundo de la neurología criminal. Los expertos coinciden en señalar que los psicópatas exhiben una frialdad casi inhumana en su comportamiento. Son incapaces de conmoverse ante las emociones y las desdichas de los demás. Carecen de empatía y no tienen miedo al castigo al ponerse en una situación de riesgo.
"Tienen dificultades para percibir por parte de la amígdala las emociones morales, el sentido de la justicia, la piedad y la compasión", explica Vicente Garrido, profesor de la Universidad de Valencia y un experto en criminología. El psicópata imita en muchas ocasiones emociones que no siente y solo percibe como señales que ha de descifrar -finge estar apenado cuando en realidad no lo está- por culpa de este déficit. Su lóbulo prefrontal, el llamado órgano ejecutivo del cerebro, tiene otro déficit añadido: la amígdala no le avisa de los daños o el sufrimiento que se vaya a causar al tomar una decisión. "Frente a situaciones de miedo y horror, el lóbulo prefrontal del psicópata toma la decisión de mayor beneficio para el sujeto, aun cuando esas decisiones hayan sido castigadas anteriormente. Por eso se dice que los psicópatas no aprenden de la experiencia. Repiten comportamientos que otra persona ya no repetiría. Son egocéntricos y están centrados en sus metas inmediatas, que giran en torno al logro del placer y del control. Ese recuerdo del castigo, del fracaso, no es relevante, porque la amígdala no le ha permitido instalarlo dentro de sus sistema de memoria".
Garrido describe en su nuevo libro Mentes criminales (Ariel) el perfil de algunos de los psicópatas más célebres por lo terrible de sus actos. Uno de los más horribles fue Anatoli Onoprienko, apodado Terminator o El Diablo de Ucrania, quien llegó a declarar que "era como un robot con impulsos para matar. No siento nada". Desde enero hasta marzo de 1996, Onoprienko empleó hachas, cuchillos, armas de fuego y martillos para acabar con la vida de 49 personas. Elegía las casas fuera de las ciudades y entraba en ellas aniquilando a todos los miembros de la familia. Acabó con siete de ellas, incluyendo a los niños, sin mostrar ningún tipo de arrepentimiento. Incluso en una ocasión detuvo su coche y se dedicó a matar a los conductores que encontraba a su paso. Pero el psicópata va más allá de un asesinato aislado. No tiene necesariamente que matar. Puede ser alguien deleznable, que explota a los trabajadores, desleal con sus amigos, que arruina la vida emocional de la gente que le rodea. Y por supuesto, convertirse en un violador o en un asesino en serie.
Por ello, el caso de Fallon es fascinante y extraordinario. ¿Podría haberse convertido realmente en un psicópata? Uno no alberga esa impresión, al menos conversando con él a través de la pantalla del ordenador. No siempre se tiene oportunidad de charlar con un científico que estudia a psicópatas y que admite que comparte muchos de sus rasgos cerebrales. "No soy un asesino", asegura este neurocientífico. En sus charlas, parte de la audiencia suele romper en carcajadas. "Verás que hablo de forma amigable y también muy rápido. La gente dice que soy un tipo simpático. Soy el tío que cae bien a todo el mundo cuando entra en el bar".
Pero Fallon desliza unas cuantas características personales que incitan a la preocupación. Al descubrir su nueva faceta en la placa cerebral, Fallon conversó con su familia, con sus colegas psiquiatras, con sus amigos, para que le expusieran la imagen que tenían de él. "Mi mujer no está terriblemente contenta con esto", dice. Y al principio no le gustó lo que escuchó. Un buen amigo suyo le comentó que era alguien que "no tenía escrúpulos". Con el tiempo, Fallon ha aprendido a verse a sí mismo con cierta distancia, como si fuera un conejillo de Indias, el científico que se explora a sí mismo. "No hago daño a la gente, pero manipulo a las personas. Es casi un reflejo, como un juego. Y soy alguien muy competitivo. No aguanto perder. Tengo que ganar en todo".
Fallon admite que siente mucha más empatía por los extraños que por las cosas que suceden en su entorno más cercano. Repasa su infancia y el retrato que emerge es el de un chico inestable; al principio, extremadamente religioso y muy moralista, fue nombrado chico católico del año en Nueva York. Cuando iba hacia el autobús escolar desde su casa, se obsesionaba por dejar el camino despejado en un radio de veinte metros recogiendo toda la basura que encontraba. Luego, en la veintena, casi se convirtió al marxismo dentro de su familia. Su madre sufrió unos cuantos abortos antes de concebirlo, y por ello recibió una infancia llena de amor y ternura. Y está convencido de que eso le salvó. "De haber tenido una infancia desgraciada, habría sido un psicópata", asegura convencido.
Vicente Garrido distingue entre sociópatas y psicópatas. Los primeros tienen una biografía en la que han sufrido maltratos o abusos sexuales -la infancia opuesta a la de Fallon- y cuando eran niños crecieron en contextos subculturales muy violentos, como mafias y organizaciones criminales. El énfasis lo pone en el ambiente; puede ser un gatillo que acciona un mecanismo y cuando sucede no tiene vuelta atrás. Este profesor español habla de los niños de las favelas brasileñas, que en muchas ocasiones viven rodeados de drogas. No todos se transforman en delincuentes, pero a veces basta con poner una pistola en sus manos. O de los niños soldado de Sierra Leona o Uganda, raptados y sometidos a una tortura psicológica brutal. Terminan convirtiéndose en máquinas de matar.
"Se trata de una psicopatía adquirida por culpa de factores ambientales muy intensos que marcan la época más vulnerable del desarrollo del niño". Pero incluso entre esos niños soldados se ha visto que las diferencias individuales cuentan. Algunos pueden ser rehabilitados una vez rescatados de las garras de sus secuestradores. Otros ya tenían una tendencia innata hacia la violencia, por lo que su psicopatía será irreversible. ¿Cuál es la genética implicada? Un mes después de que Jim Fallon encontrara que su escáner cerebral era como el de un asesino en serie, celebró en su casa una fiesta familiar. Su madre, siciliana, tiene ahora 94 años. Le comentó con cierta malicia a Fallon durante aquella celebración que estaba dando charlas por ahí sobre cerebros psicópatas como si él creyese que pertenecía a una familia normal. Y le recomendó que contactara con su primo, que era editor de un periódico de Nueva York y que había descubierto un libro histórico que versaba sobre la familia del padre de Fallon.
Al escarbar en su genealogía, este neurocientífico se quedó estupefacto. Cuando su madre era una niña, sus compañeros solían meterse con ella asegurando que era de la Mafia por haber nacido en Sicilia. Pero el padre y los hermanos de ella eran traficantes de alcohol en Nueva York durante la Gran Depresión. Incluso su madre fue llevada en un camión cargado de dinamita hasta las montañas Catskill, en Nueva York, donde el mafioso Lucky Luciano tenía su casa.
Quizá había otros muchos que se ganaban así la vida en aquellos tiempos, pero resultó que la línea paterna de Fallon estaba salpicada de asesinos. Un antepasado suyo había matado a su madre a hachazos en 1667. "Fue el primer caso de matricidio registrado en las colonias americanas. En el libro se detallan siete asesinos más que estaban entroncados en mi familia". El último añadido a esta peculiar lista, poco esperanzadora, es una solterona, Lizzy Borden, que presumiblemente mató a su madrastra y a su padre a hachazos en el verano de 1892, en Nueva Inglaterra. Como confiesa este neurocientífico, "sabía que tenía que examinar a fondo mi genética. Toda mi familia tenía una mezcla de genes de bajo y alto riesgo. Pero el problema es que yo tengo cada uno de los alelos genéticos de mayor riesgo. Desde el llamado gen guerrero, y otros que tienen que ver con los receptores de la serotonina y transportadores de la norepirefrina. La verdad es que parece que tendría que estar en prisión".
El gen guerrero no es más que un epíteto añadido a un nombre nada exótico para una molécula, la enzima monoaminooxidasa A (en inglés, monoamine oxidase A o MAOA), cuyo quehacer en el cerebro tiene un peso importante: se le ha relacionado con el comportamiento agresivo y violento. Se trata de una proteína cuya función consiste en deshacer los neurotransmisores cerebrales como la dopamina, la serotonina y la norepirefrina. Algunas variantes del gen que segregan cantidades excesivas de la enzima tienen por consecuencia una escasez de estos neurotransmisores, lo que da lugar a depresiones y esquizofrenia. Otras versiones defectuosas de alto riesgo segregan, por el contrario, insuficientes cantidades de la enzima. La consecuencia es una tormenta de neurotransmisores en el cerebro que dispara la agresividad.
El gen MAOA se ubica en el cromosoma X. Al estar ligado al sexo, sus efectos son más patentes en los chicos, que tienen un solo cromosoma X, que en las chicas, que disponen de una pareja y, por tanto, la posibilidad de conservar en el otro cromosoma un gen sano. A principio de los años noventa, los científicos establecieron una conexión entre el comportamiento violento de un grupo de hombres de una familia holandesa y el gen MAOA. Los hombres sufrían un ligero retraso mental, pero eran muy violentos. Dos de ellos eran pirómanos; otro atropelló a un empleado pasándole el coche por encima, y otro, después de violar a su hermana, acuchilló al guardián de una institución mental con un tenedor. En todos los casos, los individuos tenían versiones defectuosas del gen de la monoaminooxidasa.
El gen guerrero ya ha dejado su huella en las decisiones judiciales, especialmente en un caso sórdido ocurrido en Estados Unidos: octubre de 2006. La policía responde a una llamada y acude rápidamente a la caravana de Bardley Waldroup, en las montañas del Estado de Tennessee. Los agentes encuentran un escenario dantesco: restos de sangre por todas partes, en las cortinas, en el suelo, en las paredes, y un machete. Una mujer, Leslie Bradshaw, con la cabeza cortada y ocho disparos a bocajarro. Leslie había pasado el fin de semana fuera con la esposa de Bardley Waldroup y los cuatro hijos de este. El hombre las esperó. Mató a Leslie, la decapitó y cortó un dedo a su mujer, tratando de acuchillarla. Ella habría muerto de no ser por la policía. Las mujeres habían encargado a un amigo que llamase a las autoridades si ellas no telefoneaban en un plazo de tiempo seguro.
El fiscal pidió para Waldroup la pena capital. Un análisis genético realizado por el equipo de William Bernet, de la Universidad de Vanderbilt, mostró que Waldroup tenía la versión defectuosa del gen MAOA. En una crónica de la radio nacional pública americana (NPR) sobre el juicio, celebrado tres años después, Bernet dijo de Waldroup que "su constitución genética, junto con el hecho de que sufrió abusos cuando era niño, le hizo más vulnerable a la hora de convertirse en alguien violento". Los hechos convencieron al jurado, y la sentencia de muerte fue conmutada por una condena de 34 años en prisión. El caso del gen guerrero desató furibundas críticas. El psicólogo Nigel Barber tachó de "ciencia basura" la argumentación genética del equipo de Vanderbilt en un artículo de la revista Psychology Today, añadiendo que a este gen se le ha relacionado con el juego de los casinos, la agresividad, la depresión, y hasta el hecho de "vivir en un tráiler y sufrir abusos sexuales".
El gen MAOA sigue generando una publicidad que sobrepasa las páginas de las revistas científicas. Kevin Beaver, de la Universidad estatal de Florida, publicó recientemente un estudio que mostraba que era más probable que los miembros de pandillas urbanas que llevan escritos en su cromosoma X las versiones de riesgo tenían una probabilidad más de cuatro veces mayor de usar un arma de fuego. Pero, como critica el escritor científico John Horgan, el 40% de los pandilleros estudiados no llevaba el gen. En un experimento parecido a un juego publicado en la revista Proceedings of the National Academy of Sciences (PNAS), los científicos comprobaron que, de un grupo de 78 individuos sanos, los que decidían castigar de la forma más agresiva a un internauta que les estaba robando dinero (sin que supieran que se trataba de un ordenador) eran porteadores del gen.
Las estadísticas siguen atizando el fuego. Otro informe publicado en la revista New Zealand Medical Journal sugiere que la forma defectuosa del gen MAOA es más frecuente en los feroces maoríes australianos (un 56%) que en los caucasianos (34%) y los hispanos (27%). El acervo genético de los africanos (59%) y los chinos (77%) sugiere que son más violentos. Con la salvedad de que se trata de trabajos que examinan a un número muy reducido de individuos.
Y estos porcentajes no se corresponden bien con las tasas registradas de homicidios anuales según los países. En 2010, Honduras y El Salvador, ambos de habla hispana, se colocaron en primer y segundo lugar (con una tasa de 78 y 66 homicidios, respectivamente, por cada 100.000 habitantes), siendo los más peligrosos del mundo. China tiene una de las tasas más bajas (1,12), y España figura en uno de los últimos lugares (0,87). Estados Unidos figura en el puesto número 34, a pesar de que probablemente la sociedad americana es la que produce más psicópatas en el mundo. Resulta imposible determinar un número siquiera aproximado de asesinos en serie que operan en Estados Unidos. Garrido señala que los criminólogos James Fox y Jack Levin han identificado 558 asesinos en serie en ese país desde 1900. Estos expertos sugieren que quizá hay ahora activos unos 150 de estos depredadores humanos, aunque el número de los que han sido identificados se ha incrementado de una manera espectacular desde los años setenta del pasado siglo.
La genética, pues, no lo explica todo. Jim Fallon admite que llevar escritos en su ADN las formas más peligrosas del gen MAOA le ha hecho recapacitar sobre la influencia real de los genes en el comportamiento humano. "Hace dos años era una especie de radical genético", confiesa. "Daba un poco de vergüenza leer mis trabajos". Fallon creía que el peso de los genes en la conducta suponía el 85%. Ahora está convencido de que, pese a tener los peores genes, eso no significa que su destino vaya a estar escrito de antemano.
"El número de psicópatas parece que es estable desde el punto de vista cultural, aparece en todas las culturas y en números muy bajos". Las costumbres sociales son un buen freno y mantienen la influencia genética a raya. Este neuroanatomista ha viajado a lugares como Marruecos, estudiando el comportamiento de las tribus nómadas, los beduinos y bereberes. Los análisis genéticos muestran que el gen MAOA aparece con la misma frecuencia que en los europeos e italianos. Pero estas tribus, asegura, han desarrollado sistemas sociales que han extirpado la cultura de los asesinatos. "Entre tribus no pueden recordar un asesinato en doscientos años, lo que es notable". Una pelea entre dos tipos suele durar algunos minutos y luego se decide en un consejo de sabios.
Fallon estima que hay unos cincuenta genes asociados a la agresión y a la violencia, y que, en muchos casos, estos genes se concentran en determinadas estructuras étnicas, como en Bosnia, Gaza o Los Ángeles, en piscinas genéticas que facilitan su trasiego a las generaciones posteriores, en lo que llama violencia transgeneracional. Fallon explica estos conceptos en los festivales de ciencia y es recibido como una estrella mediática. Colabora en el mundo del espectáculo realizando programas divulgativos sobre criminales, genética y cerebro. En uno de ellos involucró a directores de terror como Eli Roth para comprobar, mediante su análisis genético y la exploración cerebral, si el creador de cintas de tortura gore como Hostel esconde algún aspecto psicopático. Por lo visto, Roth no se parece nada a Fallon. Es un tipo muy simpático, y en sus escáneres cerebrales se iluminan las zonas de empatía.
Los antiguos rasgos físicos que los anatomistas del siglo XIX creían ver en los criminales quedaron obsoletos. "Por entonces existía un gran entusiasmo en encontrar personas que no estaban adaptadas ni evolucionadas, pero no se tenía la perspectiva de que lo que funcionaba mal era el cerebro", explica Vicente Garrido.
Los genes equivocados mezclados con un ambiente negativo producen un cóctel explosivo, pero incluso bajo los peores escenarios la biología puede salir triunfante en personas que demostraron una construcción moral intachable, capaces de resistirse a cometer atrocidades bajo regímenes de terror como el de Hitler. Garrido indica algunos estudios fascinantes realizados en soldados alemanes que se negaron a cumplir las órdenes de disparar contra judíos, gitanos y homosexuales durante la Segunda Guerra Mundial, a riesgo de verse expulsados o de perder la vida. Estas situaciones contradictorias muestran que los científicos están aún muy lejos de desentrañar los mecanismos que operan detrás del comportamiento humano.
La sociedad utópica del mundo feliz de Aldous Huxley se basaba en un férreo determinismo genético, por el que se podría controlar y dirigir la vida de una persona desde el mismo embrión. Pero en el futuro, dice Garrido, no encontraremos una píldora capaz de curar a un psicópata. En el mejor de los casos, una sociedad avanzada que ponga en marcha sistemas de detección para descubrir niños que con ocho o nueve años ya se comportan de manera cruel, y tratar su déficit emocional.
Fallon, por su parte, es consciente de que tuvo mucha suerte en su infancia. "Si te topas con un asesino en serie o un violador, ya no hay nada que puedas hacer al respecto. La gente trata de rehabilitarlos, pero la rehabilitación nunca funciona. Es un concepto romántico sostenido por algunos de que se puede dar la vuelta a este asunto". La genética del futuro podría extraer una información relevante sobre un muchacho acerca de sus posibilidades de convertirse en psicópata, pero esos datos deben quedar en privado, constata este experto. "Estoy en contra del uso de esta información, excepto si lo hace la familia".
lunes, 23 de enero de 2012
El Experimento Milgram: La Bestialidad Humana
Civilización vs bestialidad. Una reflexión a propósito del experimento de Milgram
8 ENERO, 2012 - POR FERNANDO GOMÁ LANZÓN EN DERECHO DE PERSONAS
Fernando Gomá Lanzón
Adolf Eichmann, el criminal nazi condenado a muerte en Jerusalén por crímenes contra la Humanidad y ejecutado en 1962, no entendió el odio que despertaba. En su diario escribió que las órdenes eran lo más importante de su vida y que había que obedecerlas sin discusión. Los psiquiatras certificaron que Eichmann estaba sano.
Intrigado por este comportamiento, Stanley Milgram, un psicólogo social, ideó en 1963 un experimento que se llevó a cabo en la Universidad de Yale. Un voluntario participa en un supuesto juego en el rol de maestro, y otro aparente voluntario, pero que en realidad es un actor, tiene el rol de alumno. Éste se coloca en una silla, conectado a cables eléctricos. El voluntario como maestro ha de ir formulando preguntas al alumno, y cuando falla debe accionar un mecanismo de castigo en forma de descarga eléctrica a éste. A medida que va equivocándose más, la teórica intensidad de la descarga aumenta. El actor no recibe en realidad ninguna descarga, sino que lo finge con gritos cada vez mayores. A partir de 300 V, el actor deja de gritar y de dar señales de vida. Si el voluntario dudaba, el investigador presente en el experimento le tenía que dar cuatro órdenes de continuar, cada una más imperativa que la anterior. Si a la cuarta orden desobedecía, el experimento quedaba suspendido.
Los resultados fueron muy sorprendentes y escalofriantes a la vez. Milgram creyó que la mayoría de los voluntarios se detendrían una vez aplicadas las primeras descargas y solamente algunos llegarían al voltaje límite y teóricamente mortal de 450 V, pero no fue así. Todos pasaron el límite de 300 V, y más del 60% llegaron hasta el final. El experimento se repitió con diversas variantes y puede verse una recreación del mismo en la película “I, como Ícaro” (primera parte ) (segunda parte ).
El experimento puede analizarse desde varios puntos de vista. Obviamente el primero es el de la sumisión a la autoridad, hasta qué punto estamos condicionados para obedecer a aquéllos que reconocemos como superiores, incluso en países democráticos y en personas con niveles estimables de educación y cultura. Quizá sea tema para un futuro post, porque quiero poner el acento en otro aspecto del mismo, igual de inquietante: ¿sentían los voluntarios del experimento, a los que se les eximía de responsabilidad por sus actos, cierto placer bestial en la tortura que estaban provocando? O dicho de manera más general, ¿si nos liberaran de toda la responsabilidad, seríamos capaces de infligir sufrimiento a otras personas no solamente porque nos lo ordenen, sino por una crueldad intrínseca al ser humano? Aristóteles cree que no, pero con todo el respeto al Estagirita, me inclino por pensar que sí. Parece ser que Eichmann siguió enviando judíos a los campos de exterminio incluso después de que Himmler diera orden de parar, cuando ya el estímulo no podía ser la obediencia debida. Había algo más, una mezcla de odio y placer, algo repugnante pero perpetrado por una persona que no era un ser anormal: según dijo Peter Malkin el agente del Mossad que le detuvo, “lo más inquietante de Eichmann es que no era un monstruo, sino un ser humano“.
Somos crueles y primitivos, somos bestias violentas apenas contenidas. Es únicamente la civilización la que somete esa pulsión y la encauza, la acalla pero no la hace ni mucho menos desaparecer. Eduardo Punset lo asume en su libro El alma está en el cerebro: “El secreto para entregarse a la crueldad es desprenderse de la responsabilidad: libres del sentido de culpa, aparece el lado más oscuro de la naturaleza humana”. Cuando nos sentimos irresponsables, la única referencia es nuestro propio yo, y en él habita lo que Vargas Llosa denominó el llamado del abismo. Comentando la extraordinaria novela corta La muerte en Venecia, escribió: “Leída y releída una y otra vez, siempre se tiene la inquietante sensación de que algo misterioso ha quedado en el texto fuera del alcance incluso de la lectura más atenta. Un fondo oscuro y violento, acaso abyecto, que tiene que ver tanto con el alma del protagonista como con la experiencia común de la especie humana; una vocación secreta que reaparece de pronto, asustándonos, pues la creíamos definitivamente desterrada de entre nosotros por obra de la cultura, la fe, la moral pública o el mero deseo de supervivencia social(…) ¿Cómo definir esta subterránea presencia que, por lo general, las obras de arte revelan de manera involuntaria, casi siempre al sesgo, fuego fatuo que las cruzara de pronto sin permiso del autor? Freud la llamó instinto de muerte; Sade, deseo en libertad; Bataille, el mal.”.
Esta abyección, esta miseria quizá no inmoral, sino previa incluso a la propia existencia de la moralidad, se manifiesta en muchos momentos en los que la responsabilidad individual decae por cualquier causa; en todas las guerras hay masacres, violaciones y humillaciones que no tienen sentido ni siquiera dentro de la siniestra lógica del combate. Pero no la vemos solamente en situaciones excepcionales sino también en las más cotidianas en las que por cualquier causa actuemos de manera anónima. El anonimato es una forma de impunidad ya que no hay adjudicación de responsabilidades, y en nuestra vida cotidiana está presente por ejemplo en la comunicación por medio de las nuevas tecnologías. La posibilidad de participar y opinar en multitud de foros como el presente blog debería propiciar un debate abierto y un intercambio de ideas enriquecedor. Sin embargo, a poco que naveguemos por casi cualquier página de cierta relevancia, incluso aunque el tema sea nimio y sin aristas, nos podemos encontrar con comentarios hirientes, insultos, descalificaciones, con odio en definitiva. Un ejemplo es este comentario de una defensora del lector. ¿De dónde sale esa violencia verbal? ¿Sería igual si los que vierten esos sentimientos tan negativos tuvieran que identificarse? Probablemente no. Es la impunidad la que propicia la irracionalidad, el primitivismo.
No creo que el origen de esa crueldad provenga de nuestra parte animal. Nuestra bestialidad no es consecuencia de nuestra condición de animales antes que seres racionales, no existe en la naturaleza ningún animal evolucionado que sea capaz de gozar con una violencia sádica y gratuita. Es, por el contrario, enteramente humana, aunque pudiera ser que su origen se perdiera en los albores de la Humanidad. En la Sima de los Huesos de Atapuerca se encontró un trozo tallado de cuarcita al que se llamó Excalibur , de 400.000 años de antigüedad. Por el lugar encontrado, se cree que pudo haber sido arrojado con una función simbólica a la sima para acompañar a los muertos en su viaje por la otra vida. Nos podemos entonces imaginar la vida de unos homínidos hace medio millón de años, siempre con miedo: a los depredadores, a otros homínidos, a las noches oscuras, a que no salga de nuevo el sol, al frío, a la enfermedad, al dolor, y, quizá, ya entonces con miedo a morir sin saber qué hay más allá. Suficientemente humanos para ser conscientes de su terrible vida, percibiéndola con una intensidad que no podría alcanzar ningún otro animal pero desconocedores de los mecanismos naturales que regían el mundo, sobrevivían acorralados, aterrados, violentos. Es posible que nuestro lado más oscuro sea el eco de esa edad atroz.
Si así fuera, ello hace aún más admirable la evolución del Hombre. Lastrado por el peso de miles de años de angustia y terror, llevando en su ADN los demonios del odio, consigue evolucionar, organizarse, crear costumbres sociales, civilizaciones, sistemas de convivencia sofisticados hasta llegar ayer, como quien dice, a lo que en otro post llamé la maravilla de la civilización que es el Estado de Derecho, la renuncia a la violencia privada y el sometimiento a una abstracción en aras de una convivencia pacífica entre todos. Es una de las creaciones más extraordinarias de la historia, hasta tal punto que para muchos pensadores marca el inicio de una nueva era. Carl Sagan dijo una vez que para que él pudiera comerse una manzana, había sido necesario primero crear todo el Universo. Pues para que yo pueda escribir libremente estas líneas sin temor ni odio alguno, el Hombre ha tenido primero que inventarse a sí mismo. No es poco mérito.
8 ENERO, 2012 - POR FERNANDO GOMÁ LANZÓN EN DERECHO DE PERSONAS
Fernando Gomá Lanzón
Adolf Eichmann, el criminal nazi condenado a muerte en Jerusalén por crímenes contra la Humanidad y ejecutado en 1962, no entendió el odio que despertaba. En su diario escribió que las órdenes eran lo más importante de su vida y que había que obedecerlas sin discusión. Los psiquiatras certificaron que Eichmann estaba sano.
Intrigado por este comportamiento, Stanley Milgram, un psicólogo social, ideó en 1963 un experimento que se llevó a cabo en la Universidad de Yale. Un voluntario participa en un supuesto juego en el rol de maestro, y otro aparente voluntario, pero que en realidad es un actor, tiene el rol de alumno. Éste se coloca en una silla, conectado a cables eléctricos. El voluntario como maestro ha de ir formulando preguntas al alumno, y cuando falla debe accionar un mecanismo de castigo en forma de descarga eléctrica a éste. A medida que va equivocándose más, la teórica intensidad de la descarga aumenta. El actor no recibe en realidad ninguna descarga, sino que lo finge con gritos cada vez mayores. A partir de 300 V, el actor deja de gritar y de dar señales de vida. Si el voluntario dudaba, el investigador presente en el experimento le tenía que dar cuatro órdenes de continuar, cada una más imperativa que la anterior. Si a la cuarta orden desobedecía, el experimento quedaba suspendido.
Los resultados fueron muy sorprendentes y escalofriantes a la vez. Milgram creyó que la mayoría de los voluntarios se detendrían una vez aplicadas las primeras descargas y solamente algunos llegarían al voltaje límite y teóricamente mortal de 450 V, pero no fue así. Todos pasaron el límite de 300 V, y más del 60% llegaron hasta el final. El experimento se repitió con diversas variantes y puede verse una recreación del mismo en la película “I, como Ícaro” (primera parte ) (segunda parte ).
El experimento puede analizarse desde varios puntos de vista. Obviamente el primero es el de la sumisión a la autoridad, hasta qué punto estamos condicionados para obedecer a aquéllos que reconocemos como superiores, incluso en países democráticos y en personas con niveles estimables de educación y cultura. Quizá sea tema para un futuro post, porque quiero poner el acento en otro aspecto del mismo, igual de inquietante: ¿sentían los voluntarios del experimento, a los que se les eximía de responsabilidad por sus actos, cierto placer bestial en la tortura que estaban provocando? O dicho de manera más general, ¿si nos liberaran de toda la responsabilidad, seríamos capaces de infligir sufrimiento a otras personas no solamente porque nos lo ordenen, sino por una crueldad intrínseca al ser humano? Aristóteles cree que no, pero con todo el respeto al Estagirita, me inclino por pensar que sí. Parece ser que Eichmann siguió enviando judíos a los campos de exterminio incluso después de que Himmler diera orden de parar, cuando ya el estímulo no podía ser la obediencia debida. Había algo más, una mezcla de odio y placer, algo repugnante pero perpetrado por una persona que no era un ser anormal: según dijo Peter Malkin el agente del Mossad que le detuvo, “lo más inquietante de Eichmann es que no era un monstruo, sino un ser humano“.
Somos crueles y primitivos, somos bestias violentas apenas contenidas. Es únicamente la civilización la que somete esa pulsión y la encauza, la acalla pero no la hace ni mucho menos desaparecer. Eduardo Punset lo asume en su libro El alma está en el cerebro: “El secreto para entregarse a la crueldad es desprenderse de la responsabilidad: libres del sentido de culpa, aparece el lado más oscuro de la naturaleza humana”. Cuando nos sentimos irresponsables, la única referencia es nuestro propio yo, y en él habita lo que Vargas Llosa denominó el llamado del abismo. Comentando la extraordinaria novela corta La muerte en Venecia, escribió: “Leída y releída una y otra vez, siempre se tiene la inquietante sensación de que algo misterioso ha quedado en el texto fuera del alcance incluso de la lectura más atenta. Un fondo oscuro y violento, acaso abyecto, que tiene que ver tanto con el alma del protagonista como con la experiencia común de la especie humana; una vocación secreta que reaparece de pronto, asustándonos, pues la creíamos definitivamente desterrada de entre nosotros por obra de la cultura, la fe, la moral pública o el mero deseo de supervivencia social(…) ¿Cómo definir esta subterránea presencia que, por lo general, las obras de arte revelan de manera involuntaria, casi siempre al sesgo, fuego fatuo que las cruzara de pronto sin permiso del autor? Freud la llamó instinto de muerte; Sade, deseo en libertad; Bataille, el mal.”.
Esta abyección, esta miseria quizá no inmoral, sino previa incluso a la propia existencia de la moralidad, se manifiesta en muchos momentos en los que la responsabilidad individual decae por cualquier causa; en todas las guerras hay masacres, violaciones y humillaciones que no tienen sentido ni siquiera dentro de la siniestra lógica del combate. Pero no la vemos solamente en situaciones excepcionales sino también en las más cotidianas en las que por cualquier causa actuemos de manera anónima. El anonimato es una forma de impunidad ya que no hay adjudicación de responsabilidades, y en nuestra vida cotidiana está presente por ejemplo en la comunicación por medio de las nuevas tecnologías. La posibilidad de participar y opinar en multitud de foros como el presente blog debería propiciar un debate abierto y un intercambio de ideas enriquecedor. Sin embargo, a poco que naveguemos por casi cualquier página de cierta relevancia, incluso aunque el tema sea nimio y sin aristas, nos podemos encontrar con comentarios hirientes, insultos, descalificaciones, con odio en definitiva. Un ejemplo es este comentario de una defensora del lector. ¿De dónde sale esa violencia verbal? ¿Sería igual si los que vierten esos sentimientos tan negativos tuvieran que identificarse? Probablemente no. Es la impunidad la que propicia la irracionalidad, el primitivismo.
No creo que el origen de esa crueldad provenga de nuestra parte animal. Nuestra bestialidad no es consecuencia de nuestra condición de animales antes que seres racionales, no existe en la naturaleza ningún animal evolucionado que sea capaz de gozar con una violencia sádica y gratuita. Es, por el contrario, enteramente humana, aunque pudiera ser que su origen se perdiera en los albores de la Humanidad. En la Sima de los Huesos de Atapuerca se encontró un trozo tallado de cuarcita al que se llamó Excalibur , de 400.000 años de antigüedad. Por el lugar encontrado, se cree que pudo haber sido arrojado con una función simbólica a la sima para acompañar a los muertos en su viaje por la otra vida. Nos podemos entonces imaginar la vida de unos homínidos hace medio millón de años, siempre con miedo: a los depredadores, a otros homínidos, a las noches oscuras, a que no salga de nuevo el sol, al frío, a la enfermedad, al dolor, y, quizá, ya entonces con miedo a morir sin saber qué hay más allá. Suficientemente humanos para ser conscientes de su terrible vida, percibiéndola con una intensidad que no podría alcanzar ningún otro animal pero desconocedores de los mecanismos naturales que regían el mundo, sobrevivían acorralados, aterrados, violentos. Es posible que nuestro lado más oscuro sea el eco de esa edad atroz.
Si así fuera, ello hace aún más admirable la evolución del Hombre. Lastrado por el peso de miles de años de angustia y terror, llevando en su ADN los demonios del odio, consigue evolucionar, organizarse, crear costumbres sociales, civilizaciones, sistemas de convivencia sofisticados hasta llegar ayer, como quien dice, a lo que en otro post llamé la maravilla de la civilización que es el Estado de Derecho, la renuncia a la violencia privada y el sometimiento a una abstracción en aras de una convivencia pacífica entre todos. Es una de las creaciones más extraordinarias de la historia, hasta tal punto que para muchos pensadores marca el inicio de una nueva era. Carl Sagan dijo una vez que para que él pudiera comerse una manzana, había sido necesario primero crear todo el Universo. Pues para que yo pueda escribir libremente estas líneas sin temor ni odio alguno, el Hombre ha tenido primero que inventarse a sí mismo. No es poco mérito.
El Lado Oscuro y la Gente Tóxica
Atención, ¿personas tóxicas?
La gente tóxica tiende a agigantar los errores de los demás y reducir sus logros
A una sociedad malhumorada y tóxica le cuesta asimilar estímulos negativos
Consulte la tipología de gente 'tóxica' y los antídotos
Rocío Galván | Madrid
Actualizado domingo 22/01/2012 04:06 horas
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Con el nuevo año vienen los buenos propósitos y uno de ellos suele ser desintoxicarnos de los excesos cometidos en las fiestas navideñas. Pero el cuerpo no sólo puede saturarse de alimentos poco saludables, también la psique puede ser poco a poco envenenada, casi sin darnos cuenta, si estamos expuestos a lo que se conoce como personas 'tóxicas'.
El psicólogo argentino Bernardo Stamateas da algunas pistas para identificarlas en su libro 'Gente tóxica', que ya va por su 12º edición. Según el autor, estos individuos en un principio fingen ser tus amigos y son aparentemente inofensivos. Suelen utilizar sutiles bromas e ironías para minar lentamente tu motivación. Tratan de reducir tu estima y tu valor para que sus figuras aumenten: "Sólo si tu disminuyes él o ella podrá crecer". Por regla general, agigantan tus errores y reducen al máximo tus logros o difunden rumores para acabar con tu reputación. Persiguen un objetivo: conseguir poder y control sobre todo y todos. Son esas personas que piensan que sólo ellos tienen razón y que sólo ellos saben cómo han de hacerse las cosas.
"La gente tóxica potencia nuestras debilidades y nos llena de frustraciones"
Bernardo Stamateas, psicólogo y autor del libro 'Gente Tóxica'
Si esta definición le recuerda a alguien es que ha estado en contacto con un persona tóxica. Al igual que los agentes peligrosos, este tipo de individuos son altamente nocivos ya que, según Stamateas, pueden destruir la confianza en uno mismo, alejarnos de nuestros objetivos y hasta arruinar nuestra vida.
"Las personas tóxicas potencian nuestras debilidades, nos llenan de cargas y frustraciones. No des crédito a ninguna palabra ni sugerencia que provenga de los tóxicos. No te amarres a quienes no se alegran de tus éxitos", explica Stamateas en 'Gente tóxica'.
Stamateas asegura que se puede y se debe evitar que este tipo de personas tomen el control de nuestras vidas. Primero, identificándolas, y segundo, reforzando la autoestima y adquiriendo estrategias para no caer en sus redes. Pero cuando la situación compromete la salud o la estabilidad emocional, los terapeutas aconsejan alejarse de esas personas o ambientes para evitar convertirnos en uno de ellos.
Un proceso químico
Pero, ¿hay gente 100% tóxica? Para el psicólogo clínico y consultor Juan Cruz, el problema no es tan sencillo. En su opinión, no existen personas tóxicas sino situaciones tóxicas. "En ocasiones son las emociones, como el miedo o la angustia, las que hacen reaccionar al individuo de manera muy negativa", explica.
Todos podemos ser 'venenosos' en algún momento, sostiene el psicólogo Juan Cruz
Cruz apunta que el bombardeo de informaciones negativas sobre la crisis económica está envenenado a la sociedad y elevando la toxicidad del ambiente. A su juicio, el exceso de estímulos negativos está modificando los estados emocionales de las personas y, por tanto, alterando su bioquímica cerebral al producir más adrenalina y cortisol a causa del estrés. "Se generan situaciones de miedo, frustración, ansiedad y en definitiva, un cuadro de estrés que intoxican a la personas a nivel emocional, bioquímico y físico", explica.
De hecho, el neurobiólogo Jorge Colombo, investigador del Conicet, describe este fenómeno que ha bautizado como 'toxicidad social' y que está provocado por el predominio de una sociedad malhumorada, que no puede asimilar ni contrarrestar tantos estímulos negativos.
Cruz no comparte con Stamateas la distinción entre 'tóxicos' e 'inocuos', porque sostiene que todos podemos ser 'venenosos' en algún momento de nuestra vida y que, además, y lo que es más importante, se puede salir de una situación tóxica. "La neuroplasticidad del cerebro permite crear nuevas conexiones neuronales que cambian la forma en la que una persona interpreta la realidad", explica.
Clasificación de gente tóxica
No existe sólo un tipo de persona tóxica. Con el fin de poder reconocerlos y neutralizarlos, Stamateas desarrolla en su libro una lista con las distintas tipologías que adoptan estos seres nocivos. Éstas son algunas de las formas que adoptan:
Meteculpas: La culpa es uno de los sentimientos más paralizadores que hay, hace que nos detengamos en la búsqueda de nuestras metas. Este tipo de gente tóxica siempre traslada un mensaje: "No eres lo bastante bueno", "tú me haces ser así" o "me sacas de quicio".
Envidioso: Siempre trata de buscar aliados. Hablará con otros para envenenarlos porque su objetivo es boicotear cada uno de tus proyectos. El que calumnia, probablemente, no puede tener el mismo brillo que tú.
Descalificador: Su objetivo es controlar nuestra autoestima, hacernos sentir nada ante los demás para que él o ella pueda brillar y ser el centro de atención.
Agresivo verbal: Los gritos, las contestaciones agresivas y fuera de lugar son sus armas para hacer a la otra persona sentirse incapaz, débil e insegura. Su objetivo es despertar miedo a su alrededor para ser respetado.
El psicópata: Muestran una imagen que no se corresponde con su interior. Son tus 'amigos' mientras les sirves para conseguir sus propósitos. Una vez alcanzados te desechan y te tratan como si no te conocieran. Siempre se ofenden por todo. Hablan mal de todo el mundo. Son resentidos y amargados, y nadie les puede sugerirles nada. Se muestran incapaces de detectar el sufrimiento humano.
El chismoso: Hay un aforismo que dice "no todos repiten los chismes que oyen, algunos los mejoran". Este tipo de persona difunde rumores de manera constante para menoscabar tu imagen. Los rumores tienden a simplificarse en una única idea para hacerla asimilable por la masa. Busca notoriedad y hacer aliados.
El quejoso: Se lamenta todo el tiempo: "Su discurso le ata más al pasado y a la dificultad". Es dependiente y espera a que el otro resuelva sus problemas. Tiene una mente cerrada, duda de todo y no tienen metas. La diferencia es que son seres tóxicos para sí mismos y para los demás.
Antídotos contra los tóxicos
Para el psicólogo Juan Cruz hay antídotos para este virus que infecta las mentes de muchas personas que están en contacto con un entorno laboral o afectivo poco saludable:
Detectar: Une medida para desintoxicarse es precisamente entrar en contacto con el veneno inoculado por el exterior o por ti mismo. "Hay que detectar la toxicidad para poder salir de ella. No escapar sino nacerle frente. Sólo gracias a esa toma de conciencia como observador externo el lóbulo frontal se activa y genera calma", explica Cruz.
Adaptarse: Aunque la situación sea muy tóxica, se pueden desarrollar estrategias para poder adaptarse a ella. Es decir, tenemos la capacidad de aprender a descodificar la misma información de diferente manera.
Abstracción: Todos somos libres de 'cerrar la ventana' de nuestra mente al ruido del exterior. Aunque nos bombardee con mensajes letales, tenemos la capacidad de protegernos y cerrar las compuertas de nuestra mente a esa información.
Autoestima: Potenciar los recursos que cada uno tiene, realizar actividades que refuercen nuestras aptitudes y habilidades, buscar nuevos entornos más salubres donde se aprecien nuestras cualidades.
Relaciones sociales: Cultivar los vínculos afectivos verdaderos y las relaciones sociales basadas en valores. Fomentar la interdependencia y una buena red de amistades.
No al victimismo: Abandonar la autointoxicación, ese diálogo interior que repite una y otra vez los mismos mensajes negativos sin ofrecer nunca una salida.
Solidaridad: Hacer cosas por los demás o implicarse en proyectos solidarios es una buena forma para salir de uno mismo y su propia 'desgracia'. Además, ayudar a otras personas que sufren es bueno para relativizar.
Abandonar: En ocasiones, sobre todo cuando las consecuencias afectan a la salud, hay que abandonar las situaciones contaminantes. Pero no es una derrota porque, a veces, para sobrevivir en un entorno tóxico, hay que convertirse en un ser tóxico. Y ese es un precio demasiado alto. Hay momentos en que una retirada a tiempo es una victoria.
La gente tóxica tiende a agigantar los errores de los demás y reducir sus logros
A una sociedad malhumorada y tóxica le cuesta asimilar estímulos negativos
Consulte la tipología de gente 'tóxica' y los antídotos
Rocío Galván | Madrid
Actualizado domingo 22/01/2012 04:06 horas
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Con el nuevo año vienen los buenos propósitos y uno de ellos suele ser desintoxicarnos de los excesos cometidos en las fiestas navideñas. Pero el cuerpo no sólo puede saturarse de alimentos poco saludables, también la psique puede ser poco a poco envenenada, casi sin darnos cuenta, si estamos expuestos a lo que se conoce como personas 'tóxicas'.
El psicólogo argentino Bernardo Stamateas da algunas pistas para identificarlas en su libro 'Gente tóxica', que ya va por su 12º edición. Según el autor, estos individuos en un principio fingen ser tus amigos y son aparentemente inofensivos. Suelen utilizar sutiles bromas e ironías para minar lentamente tu motivación. Tratan de reducir tu estima y tu valor para que sus figuras aumenten: "Sólo si tu disminuyes él o ella podrá crecer". Por regla general, agigantan tus errores y reducen al máximo tus logros o difunden rumores para acabar con tu reputación. Persiguen un objetivo: conseguir poder y control sobre todo y todos. Son esas personas que piensan que sólo ellos tienen razón y que sólo ellos saben cómo han de hacerse las cosas.
"La gente tóxica potencia nuestras debilidades y nos llena de frustraciones"
Bernardo Stamateas, psicólogo y autor del libro 'Gente Tóxica'
Si esta definición le recuerda a alguien es que ha estado en contacto con un persona tóxica. Al igual que los agentes peligrosos, este tipo de individuos son altamente nocivos ya que, según Stamateas, pueden destruir la confianza en uno mismo, alejarnos de nuestros objetivos y hasta arruinar nuestra vida.
"Las personas tóxicas potencian nuestras debilidades, nos llenan de cargas y frustraciones. No des crédito a ninguna palabra ni sugerencia que provenga de los tóxicos. No te amarres a quienes no se alegran de tus éxitos", explica Stamateas en 'Gente tóxica'.
Stamateas asegura que se puede y se debe evitar que este tipo de personas tomen el control de nuestras vidas. Primero, identificándolas, y segundo, reforzando la autoestima y adquiriendo estrategias para no caer en sus redes. Pero cuando la situación compromete la salud o la estabilidad emocional, los terapeutas aconsejan alejarse de esas personas o ambientes para evitar convertirnos en uno de ellos.
Un proceso químico
Pero, ¿hay gente 100% tóxica? Para el psicólogo clínico y consultor Juan Cruz, el problema no es tan sencillo. En su opinión, no existen personas tóxicas sino situaciones tóxicas. "En ocasiones son las emociones, como el miedo o la angustia, las que hacen reaccionar al individuo de manera muy negativa", explica.
Todos podemos ser 'venenosos' en algún momento, sostiene el psicólogo Juan Cruz
Cruz apunta que el bombardeo de informaciones negativas sobre la crisis económica está envenenado a la sociedad y elevando la toxicidad del ambiente. A su juicio, el exceso de estímulos negativos está modificando los estados emocionales de las personas y, por tanto, alterando su bioquímica cerebral al producir más adrenalina y cortisol a causa del estrés. "Se generan situaciones de miedo, frustración, ansiedad y en definitiva, un cuadro de estrés que intoxican a la personas a nivel emocional, bioquímico y físico", explica.
De hecho, el neurobiólogo Jorge Colombo, investigador del Conicet, describe este fenómeno que ha bautizado como 'toxicidad social' y que está provocado por el predominio de una sociedad malhumorada, que no puede asimilar ni contrarrestar tantos estímulos negativos.
Cruz no comparte con Stamateas la distinción entre 'tóxicos' e 'inocuos', porque sostiene que todos podemos ser 'venenosos' en algún momento de nuestra vida y que, además, y lo que es más importante, se puede salir de una situación tóxica. "La neuroplasticidad del cerebro permite crear nuevas conexiones neuronales que cambian la forma en la que una persona interpreta la realidad", explica.
Clasificación de gente tóxica
No existe sólo un tipo de persona tóxica. Con el fin de poder reconocerlos y neutralizarlos, Stamateas desarrolla en su libro una lista con las distintas tipologías que adoptan estos seres nocivos. Éstas son algunas de las formas que adoptan:
Meteculpas: La culpa es uno de los sentimientos más paralizadores que hay, hace que nos detengamos en la búsqueda de nuestras metas. Este tipo de gente tóxica siempre traslada un mensaje: "No eres lo bastante bueno", "tú me haces ser así" o "me sacas de quicio".
Envidioso: Siempre trata de buscar aliados. Hablará con otros para envenenarlos porque su objetivo es boicotear cada uno de tus proyectos. El que calumnia, probablemente, no puede tener el mismo brillo que tú.
Descalificador: Su objetivo es controlar nuestra autoestima, hacernos sentir nada ante los demás para que él o ella pueda brillar y ser el centro de atención.
Agresivo verbal: Los gritos, las contestaciones agresivas y fuera de lugar son sus armas para hacer a la otra persona sentirse incapaz, débil e insegura. Su objetivo es despertar miedo a su alrededor para ser respetado.
El psicópata: Muestran una imagen que no se corresponde con su interior. Son tus 'amigos' mientras les sirves para conseguir sus propósitos. Una vez alcanzados te desechan y te tratan como si no te conocieran. Siempre se ofenden por todo. Hablan mal de todo el mundo. Son resentidos y amargados, y nadie les puede sugerirles nada. Se muestran incapaces de detectar el sufrimiento humano.
El chismoso: Hay un aforismo que dice "no todos repiten los chismes que oyen, algunos los mejoran". Este tipo de persona difunde rumores de manera constante para menoscabar tu imagen. Los rumores tienden a simplificarse en una única idea para hacerla asimilable por la masa. Busca notoriedad y hacer aliados.
El quejoso: Se lamenta todo el tiempo: "Su discurso le ata más al pasado y a la dificultad". Es dependiente y espera a que el otro resuelva sus problemas. Tiene una mente cerrada, duda de todo y no tienen metas. La diferencia es que son seres tóxicos para sí mismos y para los demás.
Antídotos contra los tóxicos
Para el psicólogo Juan Cruz hay antídotos para este virus que infecta las mentes de muchas personas que están en contacto con un entorno laboral o afectivo poco saludable:
Detectar: Une medida para desintoxicarse es precisamente entrar en contacto con el veneno inoculado por el exterior o por ti mismo. "Hay que detectar la toxicidad para poder salir de ella. No escapar sino nacerle frente. Sólo gracias a esa toma de conciencia como observador externo el lóbulo frontal se activa y genera calma", explica Cruz.
Adaptarse: Aunque la situación sea muy tóxica, se pueden desarrollar estrategias para poder adaptarse a ella. Es decir, tenemos la capacidad de aprender a descodificar la misma información de diferente manera.
Abstracción: Todos somos libres de 'cerrar la ventana' de nuestra mente al ruido del exterior. Aunque nos bombardee con mensajes letales, tenemos la capacidad de protegernos y cerrar las compuertas de nuestra mente a esa información.
Autoestima: Potenciar los recursos que cada uno tiene, realizar actividades que refuercen nuestras aptitudes y habilidades, buscar nuevos entornos más salubres donde se aprecien nuestras cualidades.
Relaciones sociales: Cultivar los vínculos afectivos verdaderos y las relaciones sociales basadas en valores. Fomentar la interdependencia y una buena red de amistades.
No al victimismo: Abandonar la autointoxicación, ese diálogo interior que repite una y otra vez los mismos mensajes negativos sin ofrecer nunca una salida.
Solidaridad: Hacer cosas por los demás o implicarse en proyectos solidarios es una buena forma para salir de uno mismo y su propia 'desgracia'. Además, ayudar a otras personas que sufren es bueno para relativizar.
Abandonar: En ocasiones, sobre todo cuando las consecuencias afectan a la salud, hay que abandonar las situaciones contaminantes. Pero no es una derrota porque, a veces, para sobrevivir en un entorno tóxico, hay que convertirse en un ser tóxico. Y ese es un precio demasiado alto. Hay momentos en que una retirada a tiempo es una victoria.
Los Fusilamientos de la Almudena
Cementerio del Este. Cementerio de la Almudena - Madrid
Entre los años 1939 y 1945, al menos 2.663 españoles fueron fusilados en las tapias del Cementerio del Este (actualmente, cementerio de La Almudena).
Condenados a muerte por la jurisdicción militar, allí ejecutados, cuyos nombres, así como las circunstancias de su muerte, figuran inscritos en el registro de enterramientos del mencionado cementerio. Hombres y mujeres de toda condición, procedentes de todos los lugares de nuestro país.
POR UN HOMENAJE A LOS ANTIFASCISTAS FUSILADOS EN EL CEMENTERIO DEL ESTE (1939-1945)
(Pinchar en fotografia)
Hace casi setenta años nuestros antepasados vivieron unos tiempos terribles y decisivos para España. Entre los años 1939 y 1945, al menos 2.663 españoles fueron fusilados en las tapias del Cementerio del Este (actualmente, cementerio de La Almudena). Lo sabemos porque se trata de condenados a muerte por la jurisdicción militar, allí ejecutados, cuyos nombres, así como las circunstancias de su muerte, figuran inscritos en el registro de enterramientos del mencionado cementerio. Hombres y mujeres de toda condición, procedentes de todos los lugares de nuestro país.
No fue el único lugar de Madrid donde muchos republicanos españoles afrontarían sus últimas horas después de 1939. La cárcel de Porlier, en la calle de ese mismo nombre, o la antigua cárcel de mujeres, en la calle de Rufino Blanco, también fueron centros de detención, encarcelamiento y ejecución. Estos fueron quizá los sitios más destacados, en Madrid, en los que tuvo lugar la sombría escena principal del drama mayor que se desarrolló en España en esos terribles años. Lugares todos en los que sufrieron varios miles de conciudadanos. Su destino fue cruel, pero su memoria es todavía más amarga, sin duda. Anónimos, escondidos, ignorados... Durante mucho tiempo hasta resultó difícil siquiera para sus familiares el honrar su memoria. Una memoria que se ha falseado hasta hacer casi irreconocibles a quienes, optaron desde 1936 por la defensa de la legalidad constitucional republicana o por la lucha por otras condiciones sociales.
Las entidades y ciudadanos que suscribimos esta iniciativa hemos decidido ponerla en marcha, con el propósito de alzar un monumento en su memoria. Un monumento que se erigirá junto a los restos de la tapia del antiguo Cementerio del Este en el que habrían de figurar, por orden alfabético, los 2.663 ejecutados de los que se posee constancia cierta que perecieron allí, dejando un espacio libre para la adición de nuevos posibles nombres que puedan ser descubiertos en el futuro. En el recinto de la tapia protegida figurará, en la forma y soporte que se decida, una sinopsis de lo que sucedió allí y del marco histórico en el que ocurrieron aquellos hechos, que sirva de información a quienes visiten el lugar y de ejemplo, para las generaciones más jóvenes, de lo que nunca puede volver a ocurrir. La financiación del monumento se hará mediante suscripción pública.
Un lienzo de la tapia ha permanecido en pie, resistiendo al tiempo y a las reformas, para dar testimonio indeleble y mudo de las ejecuciones allí perpetradas. Las innumerables huellas de impactos de bala sobre la arruinada pared aún alzada, atestiguan todavía los hechos que acontecieron ante ella. Hechos como el fusilamiento de Julián Zugazagoitia (ministro), de José Serrano Batanero (consejero de Estado), de Manuel Muñoz Martínez (ex director general de Seguridad) y de tantos otros, también con nombres y apellidos. Un testimonio silencioso al que sería justo dotar también de palabra.
OTRAS INICIATIVAS POSIBLES
Para asegurar su mantenimiento y permanencia futuras se ha solicitado de la Comunidad de Madrid, la declaración de bien de interés cultural. Declaración a otorgar para el lienzo de tapia aún en pié, así como para el propio monumento que se erija, conforme a lo dispuesto en los artículos 9 y 10 de la Ley de Patrimonio de nuestra Comunidad.
Para llevar a cabo el proyecto se dará traslado del mismo al Excmo. Sr. Alcalde Presidente del Ayuntamiento de Madrid, así como a los portavoces de los tres grupos municipales —PP. PSOE e IU—, al objeto de recabar su apoyo y ayuda para lograr su aprobación por el Ayuntamiento por unanimidad, si ello fuera posible. Actuación que, salvo mejor indicación, se realizará en paralelo a la presentación de la correspondiente solicitud ante la Empresa Mixta Servicios Funerarios, en su condición de entidad directamente responsable del terreno donde se encuentran los restos de la tapia.
El homenaje debe de implicar a historiadores especializado en la represión franquista, a fin de realizar un libro colectivo que divulgue esta historia tal y cómo ocurrió.
Además, se promoverán las iniciativas legislativas necesarias a fin de “desmilitarizar” los archivos, -que ya son historia- de los tribunales de la represión, que pasarán al Archivo Histórico Nacional, sometidos a las leyes que se aplican a los restantes archivos del mismo periodo histórico.
Por último se interesará la participación de otras entidades, fundaciones y asociaciones, públicas y privadas, que por distintas razones han de intervenir en esta iniciativa. Especialmente se habrán de implicar los poderes legislativo y ejecutivo, así como instituciones de las Comunidades Autónomas (Andalucía, Extremadura, País Vasco...), al ser un buen número de los ejecutados naturales, e incluso diputados, por esas comunidades.
COMISIÓN PRO HOMENAJE A LOS FUSILADOS EN EL CEMENTERIO DEL ESTE (1939-1945)
Familiares de fusilados:
José Ramón Lastra del Pozo
Familiar de fusilado
Mariano García Gasco
Familiar de fusilado
Asociaciones:
Gervasio Puerta García
Asociación de Ex Presos Políticos Antifranquistas
Profesores universitarios
Mirta Núñez Díaz- Balart
Historiadora y profesora titular
de la Universidad Complutense
Antonio Rojas Friend
Historiador, periodista y profesor universitario
Otras entidades:
Juan Carlos Carballosa Sánchez
Grupo de Estudios del Frente de Madrid
Isabelo Herreros Martín-Maestro
Presidente de la Asociación Manuel Azaña
Alberto Vela Antón
Izquierda Republicana
Félix Rodríguez Sanz
Instituto Republicano de Derechos Humanos
Eugenio Fernández Vargas
Asociación de Amigos de las Brigadas Internacionales
ESTA INICIATIVA HA SIDO RESPALDADA Y FIRMADA POR LAS SIGUIENTES PERSONAS Y ENTIDADES, Y, EN SU NOMBRE, POR LAS PERSONAS QUE SE CITAN:
Familiares de fusilados:
Alexis Mesón Doña
Familiar de fusilado
Luis Pingarrón Roldán
Familiar de fusilado
Paloma Masa Barroso
Familiar de Martina Barroso García (Una de las jóvenes conocidas como "Las Trece Rosas")
Manuela Carpintero Alcalá
(Hija del fusilado Manuel Carpintero Fernández)
Aurora Féniz Oyágüez
(Hija del fusilado Joaquín Féniz Garciamartín )
Familiares de Francisco Cruz Salido:
María del Carmen Cruz Gutiérrez
Enrique Cruz Gutiérrez
Familiares de Julián Zugazagoitia Mendieta :
José María Villarías Zugazagoitia y ocho firmas más
Familiares de Santos Arganda del Peso:
Mario Ruiz Arganda y 45 firmas autógrafas
Profesores universitarios:
Mª Ángeles Egido
Profesora de Historia. UNED
Matilde Eiroa
Profesora Universidad CEES
Fundaciones y entidades:
Alfonso Guerra
Fundación Pablo Iglesias
José María Saraciartúa
Fundación Largo Caballero
Manuel Muela
Centro de Investigaciones y Estudios Republicanos
Raúl Marco
Plataforma de Ciudadanos por la República
César Navarro
Fundación César Navarro
Javier Ruiz
Foro por la Memoria
Diego Molina
Unidad Cívica por la República
Joaquín Sanz
Partido Comunista de Madrid
Juan Ramón Sanz
Fundación Domingo Malagón
Francisco López Serrano
Fundación Bachué (Género, familia y salud mental)
Ana Viéitez Gómez
Asociación de Familiares de Represaliados de la IIª República
Ludivina García-Arias
Asociación de Descendientes del Exilio Español
Mª Carmen López Reparaz
Asociación de Familiares de Ejecutados en el Cementerio de Ocaña
Entre los años 1939 y 1945, al menos 2.663 españoles fueron fusilados en las tapias del Cementerio del Este (actualmente, cementerio de La Almudena).
Condenados a muerte por la jurisdicción militar, allí ejecutados, cuyos nombres, así como las circunstancias de su muerte, figuran inscritos en el registro de enterramientos del mencionado cementerio. Hombres y mujeres de toda condición, procedentes de todos los lugares de nuestro país.
POR UN HOMENAJE A LOS ANTIFASCISTAS FUSILADOS EN EL CEMENTERIO DEL ESTE (1939-1945)
(Pinchar en fotografia)
Hace casi setenta años nuestros antepasados vivieron unos tiempos terribles y decisivos para España. Entre los años 1939 y 1945, al menos 2.663 españoles fueron fusilados en las tapias del Cementerio del Este (actualmente, cementerio de La Almudena). Lo sabemos porque se trata de condenados a muerte por la jurisdicción militar, allí ejecutados, cuyos nombres, así como las circunstancias de su muerte, figuran inscritos en el registro de enterramientos del mencionado cementerio. Hombres y mujeres de toda condición, procedentes de todos los lugares de nuestro país.
No fue el único lugar de Madrid donde muchos republicanos españoles afrontarían sus últimas horas después de 1939. La cárcel de Porlier, en la calle de ese mismo nombre, o la antigua cárcel de mujeres, en la calle de Rufino Blanco, también fueron centros de detención, encarcelamiento y ejecución. Estos fueron quizá los sitios más destacados, en Madrid, en los que tuvo lugar la sombría escena principal del drama mayor que se desarrolló en España en esos terribles años. Lugares todos en los que sufrieron varios miles de conciudadanos. Su destino fue cruel, pero su memoria es todavía más amarga, sin duda. Anónimos, escondidos, ignorados... Durante mucho tiempo hasta resultó difícil siquiera para sus familiares el honrar su memoria. Una memoria que se ha falseado hasta hacer casi irreconocibles a quienes, optaron desde 1936 por la defensa de la legalidad constitucional republicana o por la lucha por otras condiciones sociales.
Las entidades y ciudadanos que suscribimos esta iniciativa hemos decidido ponerla en marcha, con el propósito de alzar un monumento en su memoria. Un monumento que se erigirá junto a los restos de la tapia del antiguo Cementerio del Este en el que habrían de figurar, por orden alfabético, los 2.663 ejecutados de los que se posee constancia cierta que perecieron allí, dejando un espacio libre para la adición de nuevos posibles nombres que puedan ser descubiertos en el futuro. En el recinto de la tapia protegida figurará, en la forma y soporte que se decida, una sinopsis de lo que sucedió allí y del marco histórico en el que ocurrieron aquellos hechos, que sirva de información a quienes visiten el lugar y de ejemplo, para las generaciones más jóvenes, de lo que nunca puede volver a ocurrir. La financiación del monumento se hará mediante suscripción pública.
Un lienzo de la tapia ha permanecido en pie, resistiendo al tiempo y a las reformas, para dar testimonio indeleble y mudo de las ejecuciones allí perpetradas. Las innumerables huellas de impactos de bala sobre la arruinada pared aún alzada, atestiguan todavía los hechos que acontecieron ante ella. Hechos como el fusilamiento de Julián Zugazagoitia (ministro), de José Serrano Batanero (consejero de Estado), de Manuel Muñoz Martínez (ex director general de Seguridad) y de tantos otros, también con nombres y apellidos. Un testimonio silencioso al que sería justo dotar también de palabra.
OTRAS INICIATIVAS POSIBLES
Para asegurar su mantenimiento y permanencia futuras se ha solicitado de la Comunidad de Madrid, la declaración de bien de interés cultural. Declaración a otorgar para el lienzo de tapia aún en pié, así como para el propio monumento que se erija, conforme a lo dispuesto en los artículos 9 y 10 de la Ley de Patrimonio de nuestra Comunidad.
Para llevar a cabo el proyecto se dará traslado del mismo al Excmo. Sr. Alcalde Presidente del Ayuntamiento de Madrid, así como a los portavoces de los tres grupos municipales —PP. PSOE e IU—, al objeto de recabar su apoyo y ayuda para lograr su aprobación por el Ayuntamiento por unanimidad, si ello fuera posible. Actuación que, salvo mejor indicación, se realizará en paralelo a la presentación de la correspondiente solicitud ante la Empresa Mixta Servicios Funerarios, en su condición de entidad directamente responsable del terreno donde se encuentran los restos de la tapia.
El homenaje debe de implicar a historiadores especializado en la represión franquista, a fin de realizar un libro colectivo que divulgue esta historia tal y cómo ocurrió.
Además, se promoverán las iniciativas legislativas necesarias a fin de “desmilitarizar” los archivos, -que ya son historia- de los tribunales de la represión, que pasarán al Archivo Histórico Nacional, sometidos a las leyes que se aplican a los restantes archivos del mismo periodo histórico.
Por último se interesará la participación de otras entidades, fundaciones y asociaciones, públicas y privadas, que por distintas razones han de intervenir en esta iniciativa. Especialmente se habrán de implicar los poderes legislativo y ejecutivo, así como instituciones de las Comunidades Autónomas (Andalucía, Extremadura, País Vasco...), al ser un buen número de los ejecutados naturales, e incluso diputados, por esas comunidades.
COMISIÓN PRO HOMENAJE A LOS FUSILADOS EN EL CEMENTERIO DEL ESTE (1939-1945)
Familiares de fusilados:
José Ramón Lastra del Pozo
Familiar de fusilado
Mariano García Gasco
Familiar de fusilado
Asociaciones:
Gervasio Puerta García
Asociación de Ex Presos Políticos Antifranquistas
Profesores universitarios
Mirta Núñez Díaz- Balart
Historiadora y profesora titular
de la Universidad Complutense
Antonio Rojas Friend
Historiador, periodista y profesor universitario
Otras entidades:
Juan Carlos Carballosa Sánchez
Grupo de Estudios del Frente de Madrid
Isabelo Herreros Martín-Maestro
Presidente de la Asociación Manuel Azaña
Alberto Vela Antón
Izquierda Republicana
Félix Rodríguez Sanz
Instituto Republicano de Derechos Humanos
Eugenio Fernández Vargas
Asociación de Amigos de las Brigadas Internacionales
ESTA INICIATIVA HA SIDO RESPALDADA Y FIRMADA POR LAS SIGUIENTES PERSONAS Y ENTIDADES, Y, EN SU NOMBRE, POR LAS PERSONAS QUE SE CITAN:
Familiares de fusilados:
Alexis Mesón Doña
Familiar de fusilado
Luis Pingarrón Roldán
Familiar de fusilado
Paloma Masa Barroso
Familiar de Martina Barroso García (Una de las jóvenes conocidas como "Las Trece Rosas")
Manuela Carpintero Alcalá
(Hija del fusilado Manuel Carpintero Fernández)
Aurora Féniz Oyágüez
(Hija del fusilado Joaquín Féniz Garciamartín )
Familiares de Francisco Cruz Salido:
María del Carmen Cruz Gutiérrez
Enrique Cruz Gutiérrez
Familiares de Julián Zugazagoitia Mendieta :
José María Villarías Zugazagoitia y ocho firmas más
Familiares de Santos Arganda del Peso:
Mario Ruiz Arganda y 45 firmas autógrafas
Profesores universitarios:
Mª Ángeles Egido
Profesora de Historia. UNED
Matilde Eiroa
Profesora Universidad CEES
Fundaciones y entidades:
Alfonso Guerra
Fundación Pablo Iglesias
José María Saraciartúa
Fundación Largo Caballero
Manuel Muela
Centro de Investigaciones y Estudios Republicanos
Raúl Marco
Plataforma de Ciudadanos por la República
César Navarro
Fundación César Navarro
Javier Ruiz
Foro por la Memoria
Diego Molina
Unidad Cívica por la República
Joaquín Sanz
Partido Comunista de Madrid
Juan Ramón Sanz
Fundación Domingo Malagón
Francisco López Serrano
Fundación Bachué (Género, familia y salud mental)
Ana Viéitez Gómez
Asociación de Familiares de Represaliados de la IIª República
Ludivina García-Arias
Asociación de Descendientes del Exilio Español
Mª Carmen López Reparaz
Asociación de Familiares de Ejecutados en el Cementerio de Ocaña
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