POLÍTICA Otra gran política de la Transición
Carmen Díez de Rivera: musa de Suárez, jamás amante
Carmen no fue amante ni del Rey ni de Suárez, aunque ambos hubieran querido serlo
'Yo nunca he pastoreado en corral ajeno. Más, viniendo de donde vengo', decía
Nunca superó su frustrada relación con su propio hermano, Ramón Serrano Polo
Carmen Díez de Rivera, en una imagen de archivo. JUAN GYENES
Carmen Díez de Rivera (1942-1999) fue amiga personal del Rey y estrecha colaboradora de Adolfo Suárez. Entre julio de 1976 y mayo de 1977 ejerció el cargo de jefe de Gabinete del presidente del Gobierno. Escribió un diario de esos días. Ese documento es uno de los pocos que hay de la época. En su doble condición de confidente del Monarca y consejera del presidente, influyó en ambos para que aceleraran el camino de las reformas. Les insistió en la necesidad de legalizar el Partido Comunista.
La sustituyó el diplomático Alberto Aza. Hasta hoy, cuando han pasado ya 37 años, ninguna mujer ha vuelto a ocupar ese cargo en La Moncloa. En la actualidad lo desempeña el diplomático Jorge Moragas, secretario de Estado y diputado por Barcelona.
El 30 de enero de 1977, cuando llevaba seis meses en el cargo, el periodista y escritor Francisco Umbral le dedicó su columna Diario de un snob en el diario 'El País'. La llamó «Musa de la Reforma», pero ya se le quedó para siempre el apodo de Musa de la Transición: «A Carrillo, en Barcelona, le ha invitado a tomarse juntos un chinchón. A mí, por Navidades, solamente me envió un pañuelo sentimentalmente perfumado, pero no me invita a tomarme nada con ella. Empiezo a estar mosca [...] Incontrolable, incalificable e 'inencontrable'. La reforma tiene una musa, pero la bestia tiene una metralleta».
Como casi todos, Umbral estaba encadilado con ella, tan guapa -rubia de ojos azul acero- y con un estilo desconocido entre tanta ranciedumbre: pantalones vaqueros, suéteres ajustados y al volante de un R5 color naranja. Hoy sería una atrevida. En los años 60 y 70 del siglo pasado, era poco más que una perdida. Los autores de los anónimos que le llegaban a su despacho en Presidencia del Gobierno lo escribían sin matices. Algunos añadían a sus insultos fotografías, como la de un hombre negro con un sexo de grandes dimensiones: «Has ido a Africa a chupársela». Los más espontáneos se lo gritaban en la calle: «¡Zorra! ¡Puta! ¡Roja!».
Hija ilegítima
Con su madre, la marquesa de Llanzol, y su hermana
Carmen vivía bajo el peso de un secreto a voces. Era hija ilegítima del marqués de Llanzol, un buen hombre cuya joven mujer, Sonsoles de Icaza, había sido amante de Ramón Serrano Súñer, el cuñadísimo de Franco. Heredó el brillante cerebro político de su padre biológico y le añadió un fino olfato.
Esta semana de recuerdo de Suárez, nadie la ha recordado. Ella quiso ser una «mujer escondida» y así vivió prácticamente toda su vida, prematuramente truncada a los 57 años por un cáncer. Algunos cronistas oficiales de la época me han llegado a decir que «ella no fue nadie en la Transición». Otros, más conspirativos, la han tachado de «amante del Rey y de Suárez, y eso ahora no conviene recordarlo».
Carmen no fue amante ni del Rey ni de Suárez, aunque ambos hubieran querido serlo de ella. Así lo describió en su diario: «'I'm a man after all before being what I am. I simply adore you...'», le dice el 18 de junio de 1976 su gran amigo el Rey. Carmen añade: «Vaya parejita. Si no fuera por... ¡Qué indignación!».
La parejita a la que se refiere es la formada por Don Juan Carlos, que entonces tenía 38 años, y por Suárez, de 43. Ella era la más joven de los tres: tenía 34 años.El 21 de junio de 1976, agrega otra frase que le dirige el Rey: «Nadie me da calabazas como tú me das». Y ella escribe, enigmática: «De eso estoy segura».
El 3 de julio de 1976, el día que el Rey llama a Suárez para convocarlo en La Zarzuela y decirle que lo ha elegido presidente, Carmen está sola con él en su casa madrileña de Puerta de Hierro. Consciente de las habladurías, le recomienda a Suárez que vaya solo y ella se marcha de su casa antes de que lleguen los periodistas. «Cuando regresa me llama a casa y reconoce que tenía razón en haberme ido. Me da las gracias», escribe en su diario.
Carmen, con Santiago Carillo.
Su regreso de África
Carmen se hizo amiga de los Reyes a partir de 1967 a su vuelta de África, cuando aún eran Príncipes. Ella aún no se había recuperado (nunca lo haría) de la ruptura con su hermano-novio. En noviembre de 1969, recién nombrado Suárez (a instancias del Príncipe) director general de TVE, la tele única, fue a su despacho (recomendada por el Príncipe) en busca de un trabajo que le permitiera vivir independientemente de su madre.
Ésta fue su peculiar forma de dirigirse a Suárez, que estaba sentado bajo un retrato de Franco: '¿Cómo usted tan joven puede ser fascista?'. Ella tenía 27 años, 10 años menos que él. A pesar de su desparpajo, consiguió el trabajo. Suárez sabía muy bien a quién tenía delante. Su colaboración profesional duró hasta mayo de 1977, cuando salió de La Moncloa acusada de ser espía de Alemania del Este. En enero de 1977, Carmen el primer alto cargo de la Administración de Suárez que se dejó fotografiar públicamente con Santiago Carrillo, el líder comunista entonces considerado un monstruo asesino por la mitad del pueblo español.
Del trepidante paso de la dictadura a la democracia queda poco más que su diario. También escribió Eduardo Navarro, otro estrecho colaborador de Suárez. Ese documento lo tiene el abogado Jorge Trías. Se titula 'Mis testimonios sobre Adolfo Suárez', y fue utilizado por el profesor de Historia Juan Francisco Fuentes para su libro Adolfo Suárez. Biografía política. (Planeta, 2011), una de las mejores obras sobre aquel hombre y su tiempo. En ese testimonio escrito, describe Navarro así a un Suárez eufórico poco después de contratar a Carmen: «¡Tengo de secretaria a una marquesita guapísima!».
En 1999, de pura casualidad, entrevisté a Carmen para EL MUNDO. Se moría, y quería dejar constancia de lo vivido. Me convertí en su biógrafa accidental. La pregunta sobre su supuesta condición de doble amante fue directa. La respuesta, también: «Yo nunca he pastoreado en corral ajeno. Jamás. Más, viniendo de donde vengo. El problema lo tendrían otros, no yo».
Una belleza espectacular
GYENES. Esta imagen de Carmen Díez de Rivera fue tomada por Gyenes, el fotógrafo de origen húngaro que se convirtió en favorito de la alta sociedad española a partir de los años 50 del siglo pasado. Juan Gyenes hizo esta foto en el verano de 1967, poco después de que Carmen volviera de Costa de Marfil, donde había estado de misionera. La instantánea está tomada en la casa de Marbella de sus padres, los marqueses de Llanzol. La propia Carmen me dijo que en ella aparece «medio vestida de hippy» porque fue en África donde se instaló en ella la semilla de la rebeldía. Entre 1960 y 1967, lo intentó todo para sobrevivir al gran trauma que le supuso saber que el chico del que se había enamorado perdidamente y con el que pensaba casarse, Ramón Serrano-Súñer Polo, era su hermano de padre. Se sometió a una cura de sueño en Suiza, viajó a París, entró en un convento de clausura en Ávila y, finalmente, se marchó de misionera a Daloa. Nada de esto sirvió. En 1969, rompió con su madre, la infiel marquesa consorte, y se fue a pedir trabajo a Adolfo Suárez.
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