Asumido el descubrimiento de una dimensión inconsciente en el hombre, Freud elabora un primer sistema para representar la mente humana. La mente o aparato psíquico está estructurado en tres regiones niveles o lugares: consciente, preconsciente e inconsciente. Tres estratos o «tres provincias mentales» que indican la profundidad de los procesos psíquicos.
El nivel más periférico es el consciente, el lugar donde temporalmente se ponen las informaciones que reciben del mundo que nos rodea y las experiencias que vivimos. Pronto, las informaciones recibidas y las experiencias vividas pasan a un nivel más profundo, elpreconsciente; con relativa facilidad podemos acceder a los contenidos mentales aquí almacenados. El nivel más profundo es el inconsciente y sus contenidos, difícilmente accesibles a la conciencia, son vivencias traumáticas, informaciones reprimidas, aquello desagradable que no nos conviene recordar. En este marco, la represión tiene un papel muy activo; es como una energía o un esfuerzo que se ejerce a fin de evitar que contenidos desagradables penetren en el consciente. La represión es uno de los mecanismos de defensa que permite vivir manteniendo enterrado todo aquello que dificultaría la vida de la persona.
2.2. Las manifestaciones del inconsciente
El inconsciente se manifiesta también en los actos fallidos de nuestra vida cotidiana, o sea, en los errores que nos delatan, en los olvidos que nunca hubiéramos deseado. En la vida psíquicanada es casual, todo tiene una causa: no hay indeterminismo. También los chistes nos informan de nuestro inconsciente, son descargas psíquicas, pequeños actos de liberación de nuestras tensiones inconscientes.
Pero donde es más intensa y dolorosa la manifestación del inconsciente es en las trastornos mentales, especialmente los neuróticos. La neurosis es una enfermedad en la cual unossíntomas externos (temores, manías, gritos histéricos, dolores físicos, parálisis,…) sonexpresión de un conflicto interno que tiene su origen la la historia infantil del paciente, cuando el niño sufre una lucha entre el deseo y su prohibición.
2.3. Los impulsos que hacen mover el ser humano
Si bien se ha dicho que para Freud la pulsión que hace mover fundamentalmente el hombre es la sexualidad y de aquí proviene la crítica de pansexualismo, esta expresión se ha de matizar. Preferentemente habla de una pulsión más amplía que la sexualidad y que llama líbido. «La líbido -dice- es una pulsión, una energía pulsional relacionada con todo aquello susceptible de ser comprendido bajo el nombre de amor, o sea, amor sexual, amor del individuo a sí mismo, amor materno y amor filial, la amistad, amor a la humanidad en general, a objetos y a ideas abstractas». Ahora bien, considera que todas estas tendencias o variantes constituyen la expresión sublimada del impulso de unión sexual.
A lo largo de su vida Freud hizo y rehizo su teoría de las pulsiones y pueden definirse cuatro etapas o versiones de la teoría; eso hace aún más impreciso afirmar que la pulsión que hace mover fundamentalmente al hombre es la sexualidad. El Freud más maduro mantiene una teoría dualista de la motivación humana en la cual la líbido, vista como pulsión de vida, está interconectada a una pulsión de sentido opuesto, pulsión de muerte o impulso destructivo.
Los psicoanalistas más ortodoxos consideran esta visión dualista de las pulsiones como la más definitiva y madura. En esta visión, Eros o principio de vida -la tendencia general a aunar lo que está disperso- y Thanatos o principio de muerte -la tendencia en dirección contraria- bien interconectados, constituirían las dos fuerzas que determinan la evolución de la vida personal y la evolución de la vida de les sociedades.Este impulso de muerte se manifiesta en la tendencia a la repetición: los niños hacen repetir las mismas historietas, los enfermos tienden a repetir la experiencia taumática y los adultos a menudo hablan de lo mismo; la tendencia a repetir es el impulso de volver al punto de partida de la vida, de volver al mundo inorgánico.
2.4. Una visión dinámica de la mente: ello, yo y superyó
2.5. El complejo de Edipo en la formación de la personalidad
En el desarrollo de la personalidad, la sexualidad tiene un papel decisivo. Freud rompe con la tradición según la cual el niño es un ser asexual; contrariamente, la sexualidad infantil determina el nivel de madurez de la futura personalidad adulta. El niño es un perverso polimorfo, o sea, un ser que en su proceso de crecimiento pasa por diferentes etapas -oral, anal, fálica,…- que se deben superar para llegar a una sana sexualidad adulta. Los individuos que se detienen o fijan en alguna de las etapas caen en la perversión a ella asociada. En la etapa fálica, que se vive alrededor de los cinco años, se desarrolla el complejo de Edipo, situación que se caracteriza por un sentimiento ambivalente de amor y de odio hacia el padre en caso del niño y hacia la madre en caso de la niña. Sólo quién lo supera deviene una persona sana y madura.
El complejo de Edipo y su universalidad ha sido uno de los puntos más polémicos del psicoanálisis. Freud defiende que el drama que vivió Edipo, tal como lo expone Sófocles en su tragedia Edipo Rey, es el drama por el que pasamos todos los humanos en el proceso de formación de nuestra personalidad. Cuando nació Edipo, hijo de Layo, un oráculo proclamó que estaba condenado a matar su padre y casarse con su madre. Para evitar la predicción el recién nacido fue abandonado, pero pese a todo, sobrevivió y , ya crecido, sin saberlo, mató a su padre y se casó con su madre. Cuando Edipo se dio cuenta de sus crímenes, desesperado, se arrancó los ojos. Este relato trágico de Sófocles, dice Freud, proclama de una forma literaria y simbólicael drama que todo ser humano, en su infancia, debe superar.
La superación del complejo de Edipo o complejo de Electra, en el caso de les niñas, consisten en el proceso de identificación del niño con el padre y de la niña con la madre. Dicho proceso de identificación comienza en una etapa de tranquilidad pulsional en la cual el niño y la niña abandonan los intereses por las personas del sexo opuesto. Al mismo tiempo y debilitándose los sentimientos adversos, niños y niñas van imitando las pautas de comportamiento del progenitor del propio sexo e interiorizan sus preceptos. Además de formarse una personalidad adulta normalse va constituyendo el superyó del niño o de la niña.
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miércoles, 24 de agosto de 2016
El Consciente el Preconsciente y El Inconsciente
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