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martes, 6 de noviembre de 2012

Los Psicopatas escondidos


"Los más crueles asesinos pueden llevar vidas normales"
Coronel retirado de la Armada, Robert K. Ressler trabajó más de 20 años en el FBI, donde se convirtió en el primer perfilador o especialista mundial en la identificación y captura de criminales violentos, gracias a su habilidad para trazar su perfil psicológico. Creador del término “serial killer” (asesino múltiple), este criminólogo norteamericano de 67 años ha estado en España para desvelar las claves de su trabajo.

Ressler comenzó a interesarse por los asesinos en serie a los nueve años, en 1946, cuando un estudiante de Chicago llamado William Heirens mató y violó a una niña y dos mujeres. Entonces, el hoy experto criminólogo era demasiado joven para detectar que tras los hechos había un componente sexual, que luego descubriría como básico para entender los actos de estos asesinos. De hecho actualmente cree que el móvil del 90 por 100 de los serial killers es de carácter sexual, mientras que sólo un 10 por 100 actúa por otro tipo de impulsos, como Richard Chase, quien mataba para regenerar con la sangre de sus víctimas la suya propia, que según decía se estaba convirtiendo en polvo. De todo eso ha hablado Ressler en un curso que impartió recientemente en Valencia.

¿Después de más de 40 años persiguiendo asesinos en serie, sigue pensando lo mismo de ellos?
–Desde que empecé a interesarme por este tipo de criminales hemos recorrido un largo camino y siempre he aprendido algo nuevo. Yo sigo en ello (Ressler ha creado una empresa para investigar los perfiles de estos asesinos).

¿Cuántos perfiladores psicológicos trabajan hoy en el mundo?
–Cuando empezamos apenas había cincuenta, pero ahora hay más; hemos organizado cursos de entrenamiento en varios países.

En el libro Instintos básicos. Por qué matan los asesinos, su amigo el neurólogo Jonathan Pincus dice que estos criminales tienen detrás una infancia de abusos o lesiones neurológicas y que todos matan por los mismos motivos.
–Me parece una idea profunda, pero vacía de contenido si no se explica cuál es ese motivo.

¿Es cierto que en muchos casos el entorno más próximo a un asesino no conocía los aspectos oscuros de su personalidad?
–Es habitual con los criminales organizados. Hay dos tipos de asesinos en serie: los organizados, que planifican todos los aspectos de sus crímenes, y los desorganizados, que son más impulsivos. La mayoría de los casos se ajustan a uno de los dos modelos, aunque los hay que combinan aspectos de ambos. A los desorganizados la gente de su entorno ya los tenía por raros, pero los organizados pasan desapercibidos hasta que los cogen; como John Wayne Gacy, ejecutado por matar a 33 jóvenes, que era un tipo muy querido por sus vecinos e incluso actuaba en fiestas benéficas disfrazado de payaso.

Dice usted que los asesinos en serie existen desde la Edad Media. 
–Es hasta donde he estudiado, pero tal vez existan desde antes.

¿La incomunicación social puede fomentar la aparición de asesinos en serie?
–No necesariamente. Algunos de los más crueles han llevado vidas normales, han tenido trabajos y empresas, mientras desarrollaban sus fantasías en la oscuridad. La única opción para cogerlos es que alguien cercano detecte el peligro y lo denuncie. A veces pasa.

¿Los asesinos sienten deseos de entregarse a la policía?
–Les sería fácil hacerlo si quisieran. La idea de que los serial killers desean parar de matar pro-cede de las películas de Hollywood y no se corresponde con la realidad. A veces están cansados, pero no creo que quieran ser detenidos.

Pero hay casos como el de Edmund Kemper, que llamó a la policía reconociendo sus crímenes. De hecho fue su llamada lo que permitió su captura...
–Es cierto que se estaba cansando de sus crímenes, pero era porque se estaba volviendo paranoico. No creo que se entregara realmente. Estaba muy borracho y muy lejos de donde había actuado, e hizo la llamada a cobro revertido. Lo que sucedía es que estaba convencido de que no lo iban a pillar.

¿Hay que tener compasión por los asesinos en serie, en cuanto a víctimas de una infancia difícil?
–No, porque han tomado decisiones sabiendo lo que hacían, han hecho mucho daño a la sociedad.

Usted ha entrevistado a la mayoría de ellos. ¿Nunca ha sentido compasión o empatía? 
–Muchas veces la he tenido por la infancia del asesino, de él como niño, pero nunca he aceptado ni comprendido su actitud de adulto.

¿Y alguna vez ha tenido la esperanza de que eran recuperables?
–Nunca.

Sin embargo, usted no es partidario de la pena de muerte. Durante su estancia en España, insistió en lo absurdo de esta medida. 
–La pena de muerte no es disuasoria. La gente que comete delitos sexuales violentos hacen generalizaciones desde su punto de vista sin tener en cuenta la sociedad. No creen que les puedan pillar y actúan como si así fuera. Es una estupidez creer que la pena de muerte les parará. Es preferible mantenerlos bajo custodia, ya que, por un lado, su encarcelamiento de por vida resulta más barato que su ejecución, y además, porque matarles no aporta nada a la sociedad mientras que el estudio de su comporta-miento en prisión sí puede ser útil.

¿Un perfilador debe meterse en la cabeza de un asesino? 
–Hacer un perfil criminal es un proceso de análisis, un método que intenta reproducir los cánones de comportamiento de un asesino, pero no tiene nada que ver con las tonterías que salen en las películas.

¿Por ejemplo?
–Yo colaboro como asesor en la serie Profiler. A sus responsables se les ocurrió que el protagonista tuviera flashes del comportamiento del criminal. Yo estaba en contra porque parecía que fuese telepatía.

No todos los casos serán así. Hay películas muy interesantes como “Ciudadano X”...
–Sí, cierto (sonríe). Se supone que el personaje del FBI que habla con el protagonista soy yo.

Ahí se decía que no deja a sus agentes trabajar más de seis meses en un caso por el agotamiento.
–Si eso fuera verdad yo estaría en un manicomio.

¿Y cómo hace para superar el estrés de su trabajo?
–Mantengo la distancia.

Usted ha insistido mucho en que los perfiladores no capturan a los asesinos.
–Las películas glorifican a los perfiladores. Entiendo que es un trabajo interesante para el público pero no se corresponde con la realidad. Lo que pasa con los perfiladores es que son una mezcla de piscólogo y policía que resulta muy atractivo para el público medio, pero creer que en la realidad son como en las películas es como pensar que todos los policías son Harry el Sucio.

Vamos, que de cazadores de mentes, nada.
–Decir que los casos que hemos citado fueron resueltos por el perfil sería incorrecto. Pero es evidente que si no se hace caso al perfil, si no se le da importancia, no se podrá hacer nada.

Es usted muy crítico con el cine de finales de los 60 y 70, donde el horror y el sexo se confunden en una combinación excitante para cualquier criminal en serie. También lamenta la situación de descontrol que vive la red.
–Internet puede provocar que un joven asesino tenga imaginaciones extrañas. Como no tiene amigos, puede llegar a la conclusión de que el compañero sexual es un objeto sin significado, sin humanidad.

¿La red se ha convertido pues en un terreno fértil para la imaginación de los psicópatas?
–Sí. En los años 60 era difícil encontrar pornografía. Ahora en Internet hay pornografía infantil, violencia sexual, sadomasoquismo...; puedes hallar páginas web donde se muestran animales diseccionados o escenas de crimen. Internet puede ser excitante para este tipo de criminales.

Deduzco que usted es partidario de poner controles a Internet.
–Hay un fuerte movimiento en Estados Unidos que trata de imponerlos desde dos puntos de vista: en primer lugar, limpiar los contenidos de la web, y en segundo lugar acabar con los emails no deseados, que muchas veces implican sexo explícito. La cosa ha ido tan lejos que cualquier cosa está disponible ahora en la red. Hace poco en Alemania hubo una persona que solicitó que lo mataran y lo comieran. Hay cosas positivas y negativas en Internet, se trata de ver cuánta libertad podemos aceptar. Hace poco tuvimos un caso con una revista, Soldier of fortune, para mercenarios y asesinos a sueldo. Cuando demostramos que se habían cometido crímenes siguiendo los anuncios de la revista, logramos un fallo judicial para cerrarla.

Subyace en sus discursos cierto escepticismo respecto a los mitos novelescos y cinematográficos relacionados con el crimen.
–No sé si conocen en España a la escritora Patricia Cornwell.

Sí, es una de las grandes damas del crimen.
–Esa mujer vino a verme a finales de los 80 buscando información para sus libros. Sus obras son ridículas. La idea de que una médico forense colabore con un perfilador es absurda. La investigación que ha realizado para trazar un perfil de Jack el Destripador ha sido totalmente absurda. Esa mujer ha invertido millones de dólares para nada. Tiene alucinaciones.

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