
Para llegar a esta conclusión, Joseph Newman y sus colegas trabajaron con cuarenta reclusos de una cárcel que habían cometido crímenes similares. A la mitad de ellos se les había diagnosticado una psicopatía. Examinando sus cerebros con dos técnicas distintas, imagen por resonancia magnética con tensores de difusión (DTI) y resonancia magnética funcional, observaron que en los cerebros de los psicópatas la densidad de las conexiones entre la corteza prefrontal y la amígdala era muy baja. Sus conclusiones se han publicado en la última edición de la revista Journal of Neuroscience.
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