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jueves, 8 de marzo de 2012

Dulce la Agente Maravillosa

Dulce, la agente acaba de salir de la academia hace cuatro meses
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EDICIÓN IMPRESA
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Así es una noche de patrulla policial en pleno centro de Madrid
«¡Socorro! ¡Auxilio! ¡Policía!». Fueron los gritos desesperados que escuchó el pasado 1 de marzo una novata policía nacional, fuera de servicio, cuando paseaba tranquilamente por el Paseo de las Delicias (Arganzuela).

Las alteradas voces procedían de un hombre joven que acababa de salir corriendo de la joyería Argo's, situada en el número 34, y que llevaba la mano y la camisa ensangrentadas. Eran las 17 horas y el comercio acababa de abrir. La funcionaria, de 33 años, que responde al nombre de Dulce, es de Lanzarote y acaba de salir de la Academia (noviembre de 2011), no se lo pensó dos veces. «Vi como se movía la vitrina del escaparate e imaginé que dentro del establecimiento habría algún dependiente más, junto al atracador, y que se habían resistido al robo».

Sin su arma reglamentaria, dado que estaba fuera de servicio, se introdujo en el local y observó tras el mostrador cómo el delincuente y el segundo empleado, tras un forcejeo, sujetaban el enorme cuchillo de cocina que portaba el primero, de 14 centímetros de hoja, junto a manchas de sangre por el local. «Las cuatro manos estaban posadas sobre él. Unas, para impedir ser atacado; las otras, con la intención de hacerlo», relató ayer en la Jefatura Superior de Policía.

Ambos estaban justo a la puerta que hay junto a uno de los escaparates. «Yo me limité a enseñar mi placa y mi carné profesional. Le conminé a que tirara el cuchillo al suelo y le dije que estaba detenido». Acto seguido, llamó a la sala del 091 para pedir refuerzos y a una ambulancia.

«No sé si entendía el castellano o no, lo cierto es que cuando vio que era policía hizo un gesto como de echarse hacia atrás, quizá sorprendido, pero el cuchillo no lo soltó».

Mientras esperaba la llegada del coche patrulla de la Comisaría de Arganzuela, la agente intentó tranquilizar al delincuente y a las víctimas. «Te ha salido mal. No empeores más las cosas. Tira el arma. Él no hablaba, se limitaba a mirar mientras yo trataba de calmar a los empleados y al herido, que entró detrás de mí». Cuatro o cinco minutos después llegaron sus compañeros y fue entonces cuando arrojó el enorme cuchillo se puso de rodillas y le esposaron». Se trata de Kay Alshanov, de 24 años,

Dulce agrega que no se considera una heroína «solo una policía y que en esos momentos no lo dudas ni un segundo: piensas en que tu deber es atender a los ciudadanos». Esta agente, en prácticas en la oficina de denuncias de la comisaría de San Blas, no ha podido tener mejor estreno.

«Ya estamos acostumbrados»
«Ya estamos acostumbrados. No es la primera vez que nos roban. A pesar de que contamos con todas las medidas de seguridad, pero esas no impiden un atraco a mano armada. Gracias a Dios no ha ocurrido nada importante. Le han detenido pero con las leyes que tenemos pronto estará en la calle», explicaba el dueño del establecimiento el día del intento frustrado de robo.
Ayer su hijo y el otro empleado, el que recibió un profundo corte en la mano por tratar de arrebatarle el cuchillo, y por el que recibió varios puntos de sutura, se mostraban distendidos. «Somos profesionales, en este local llevamos 8 años y lo único que hicimos, además de no darle las joyas que nos pedía fue no darle nunca la espalda. Es lo mejor», explicaron. «Con todo, no dio un buen susto», dice el lesionado que llevaba puesto ayer un chaleco anticortes.Y se despidieron diciendo que «lo peor de todo es que ya está en la calle», extremo que no pudo ser confirmado oficialmente.
B

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