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sábado, 3 de marzo de 2012

No nos ponemos manos a la Obra

NO HAY MÁS EVEREST QUE NUESTRO CEREBRO
Cuando uno mismo cree que ya no puede avanzar más, no avanza. Y eso está relacionado con la desesperanza. No hay montaña más alta que la que uno se crea, si bien está claro que no todas las caras de las montañas son iguales. Hay una más dificultosas que otras. Así es la vida, como diría mi abuelo. Esta idea de la limitación humana ha estado inculcada desde siempre, y al mismo tiempo, ha imposibilitado superar esos límites, porque si la creencia general es que no se puede superar, la mayoría de las personas, a pesar de que tengan talento para ello, ni esforzarán en superar esos límites. Uno de los pioneros sobre el pensamiento "crackmind" fue Bruce Lee: "No hay límites; hay fases, pero no debes quedarte estancado en ellas. Hay que sobrepasarlas. Si te mata, te mata". Y todo radica en la atención al propio proceso. A cada cosa que aprendemos nueva, nuestro cerebro dedica un gran número de horas de atención para adaptarse a los mecanismo que confieren lo que aprendemos, pero una vez superado esta fase en el aprendizaje, la atención sobre el proceso se monotoniza y se mecaniza Es cuando el cerebro expresa su idea de que ya está bien de prestar atención porque le parece suficiente para sus fines lo que se ha aprendido. Para mejorar sólo ("como si fuera tan sencillo") hay que volver la atención al proceso. Para el cerebro eso es un esfuerzo, y éste, como vago que es por naturaleza, te pondrá todos los impedimentos para hacerte creer que has llegado a tu límite. Por otro lado, si tienes un buen nivel en lo aprendido, esa idea estará reforzada por los allegados de menor nivel alcanzado en la misma materia, que ya verán lo conseguido como un gran reto alcanzado. Por supuesto que tenemos un límite sobre lo que aprendemos, pero está un noventa por ciento por encima de lo que creemos sobre nosotros mismos. Únicamente unos pocos consiguen tener esa motivación interna que les lleva más allá, hacia alcanzar su propio Everest. Y cualquiera sabe cual es el detonante para alcanzar esa fuerza interna. Todo esto insta a muchas preguntas y sutilezas, sin duda, pero sé que sabrán resolverlas por sí mismos.

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